¿Se han dado cuenta alguna vez del cosquilleo que se siente cuando enterramos nuestros pies en la arena de una playa? ¿Alguna vez se han preguntado por qué se siente tan bien cuando nos acostamos en el césped? Lo que les voy a contar lo conoce poca gente, aunque debería ser información tan conocida como el sabor de una Coca Cola. La Tierra es la mayor fuente natural de electrones que existe, y a pesar de que la tenemos a centímetros de distancia siempre, casi nunca la tocamos. Cuando finalmente nos sacamos los zapatos y entramos en contacto directo con ella, sentimos de inmediato bienestar y relajamiento.

Hay evidencia plena de que el flujo abundante de electrones a nuestro cuerpo tiene efectos desinflamatorios impactantes. Nuestro cuerpo es una compleja máquina eléctrica. Dos buenos ejemplos de lo importante que es nuestro componente eléctrico en nuestra buena salud son los electrocardiogramas y los electroencefalogramas, que los doctores eventualmente solicitan para determinar la actividad eléctrica del corazón y del cerebro. Nuestras células contienen átomos que necesitan estar balanceados eléctricamente; es decir, necesitan tener la misma cantidad de electrones que de protones. Al alejarnos de la Tierra, cortamos de raíz el flujo ilimitado de electrones que nuestro cuerpo por diseño necesita. Este desbalance nos inflama lentamente, a quemarropa y sin misericordia. Le hemos quitado a nuestro cuerpo su capacidad natural de combatir el crecimiento progresivo de las inflamaciones que están asociadas a las enfermedades más graves que existen.

Al alejarnos de la Tierra, cortamos de raíz el flujo ilimitado de electrones que nuestro cuerpo por diseño necesita.

Fuimos creados para estar en contacto con el suelo siempre, como cualquier otro animal salvaje. Íbamos bien. Así lo hicimos por siglos.

En nuestros orígenes nuestros pies tocaban la tierra de forma directa siempre, luego empezamos a utilizar zapatos de materiales naturales como el cuero, que por su buena conductividad permitía que los electrones de la tierra igual ingresen a nuestro cuerpo. Todo marchaba según diseño, hasta que nos fuimos alejando del campo, y acercando al cemento. La ruptura final de nuestra relación milenaria con la Tierra llegó con la invención de los materiales sintéticos que revolucionaron la industria del calzado. El caucho es el aislante eléctrico responsable de nuestro divorcio final con los beneficios de la Tierra. De hecho, el resto de animales que se mantuvieron en vida salvaje son bastante sanos. Los animales que se enferman son los domésticos, que viven envueltos en los terribles hábitos humanos del modernismo. Una persona citadina puede pasar días, meses y hasta años sin tocar la tierra. Dentro de los beneficios documentados de la conexión a tierra, también conocido como “Earthing”, está el mejoramiento del sistema inmune, la reducción de la inflamación crónica, la baja en la densidad de la sangre, mejoras en la calidad de sueño, alivio significativo de todo tipo de dolores, mejoras en la cicatrización, entre otros múltiples beneficios. Nuestra madre Tierra nos está buscando, dejemos de escondernos de ella. (O)