En su famoso libro Contract as promise, el profesor Charles Fried argumentó que un pequeño número de principios morales constituyen la base y sirven para explicar la figura legal del contrato. Fried sostuvo que la práctica moral de prometer sirve para entender la regulación legal del contrato.

Contract as promise fue, en parte, una respuesta a los libros de los profesores Grant Gilmore, The death of contract, y Patrick Atiyah, The rise and fall of freedom of contract. La tesis de estos autores era, más o menos, que el contrato constituía una ficción intelectual creada con el único objetivo de potenciar la revolución industrial y la economía liberal, y que ya había perdido todo valor teórico y su relevancia práctica. Pero Fried no estaba de acuerdo con ese postulado.

Según Fried, el contrato tiene su origen en el concepto de promesa. El contrato es un acuerdo que crea obligaciones. La promesa es una declaración mediante la cual una persona se compromete ante otra a hacer algo en el futuro para su beneficio o el beneficio de alguien más. A través de las promesas, las personas se autoimponen obligaciones ante otros. Cuando Juan y yo celebramos un contrato de préstamo, él me promete que me va a regresar 100 dólares después de un año, declara que va a hacer algo en el futuro a mi favor, y con esa declaración se autoimpone una obligación frente a mí.

El que le promete a otro que va a hacer algo y luego no lo hace, ha generado confianza y luego ha defraudado esa confianza.

Las promesas son necesarias porque facilitan el cumplimiento de nuestro proyecto de vida. Las promesas envuelven una interesante paradoja: por un lado, soy libre de prometer algo; pero, por otro lado, una vez que lo prometo, ya no soy libre de incumplirlo. Fried explica que la paradoja se resuelve porque la promesa es un mecanismo para incrementar nuestra autonomía. Para que seamos lo más libres que podamos ser, es necesario que exista una manera en que nos podamos obligar a nosotros mismos. Si Juan necesita los 100 dólares para empezar su negocio, necesita poder prometer que va a regresar esos 100 dólares en un año.

Fried explicó la fuerza moral de las promesas apoyado en ideas kantianas. Cuando alguien hace una promesa, invoca una convención social según la cual la persona a quien se le promete está legitimada para confiar en el cumplimiento de lo prometido. Por eso si incumple su promesa utiliza a otro como un medio para sus propios fines. El que le promete a otro que va a hacer algo y luego no lo hace, ha generado confianza y luego ha defraudado esa confianza. Al invitar la confianza de otros y luego abusar de esa confianza, está usando a la otra persona como un instrumento. Por eso es inmoral prometer algo y luego no cumplirlo.

La tesis de Contract as promise es que el contrato es la legalización de la práctica moral de prometer y de la convención social según la cual quien promete crea una legítima expectativa en otro, que luego no puede defraudar. Debido a que el contrato es, básicamente, una promesa, su práctica y su teorización no dependen ni de la revolución industrial ni de la economía liberal.

El contrato no está muerto, sostiene Fried, porque la dignidad de la persona y la cooperación social dependen de él. (O)