Así estamos, así nos sentimos, cada día oscilando entre una dirección y la contraria, entre la imposición de un rumbo desde la Asamblea Nacional en contra del presidente de la República, y luego en otra dirección, por el momento reflejo de autodefensa de este. Siempre el uno ataca y el otro se limita a defenderse, sin un contrataque significativo; y este balancearse en el columpio de la lucha de poderes es cada día más rudo, intenso, y parecería se acerca a su punto de choque: una de las partes se impondría. Me refiero al juicio político iniciado por un grupo de oposición y cuya admisibilidad fue declarada por la Corte Constitucional.

Nos encontramos ante una realidad con escenarios entre los cuales los actores públicos deberán escoger. Este camino puede ser escogido por el presidente Lasso, tomando la iniciativa, disolviendo la Asamblea Nacional, en lo que se conoce como el de la muerte cruzada, pero que si se demora en decidirla puede resultarle fallida: si la tomara durante la votación para condenarlo o absolverlo en la Asamblea Nacional, podría ser considerada como una obstrucción de la justicia para salvarse de la destitución. Podría ser impugnada por la oposición ante la Corte Constitucional.

Hasta cuando terminé de escribir estas líneas para enviarlas a EL UNIVERSO, el presidente Lasso no había hecho pública su decisión al respecto; aunque continuamente él, personalmente o por medio de sus colaboradores, la ha blandido amenazadoramente como una espada sobre las cabezas de los asambleístas que pretenden o pretendan destituirlo. Naturalmente, el presidente escogería la vía en la que puede resolver, a su solo juicio, según lo prevé la Constitución. La decisión sería ejecutable de inmediato y el Consejo Nacional Electoral (CNE) debería convocar a elecciones generales en siete días.

El someterse a los resultados de una votación en la Asamblea Nacional es otro de los caminos. En este, el presidente puede defenderse de las acusaciones y acusar, a su vez, a sus adversarios. En este caso, todo dependería de si la moción de destitución reúne o no la cabalística suma de 92. Al momento, la oposición debe estar fortificada por la aplastante victoria obtenida en la elección de autoridades en la Asamblea Nacional; la bancada de Gobierno mostró su debilidad. Súmese a esto el que la oposición ha tomado el control del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social con lo que podrá elegir a las más importantes autoridades de control del Estado.

Concordante con esto, el alcalde de Quito ha decidido reinstalar en Quito el defenestrado monumento al expresidente de Argentina Néstor Kirchner. Delicado asunto, que el alcalde debería consultarlo con la ciudadanía. En el Ecuador, en Quito, existen monumentos en honor de próceres latinoamericanos, como Bolívar, San Martín, Miranda, Artigas. Nadie discute los servicios que esos héroes prestaron a la causa de la libertad, de nuestra libertad. ¿Estará el señor Kirchner a la altura de ellos? ¿Será su personalidad, envuelta entre tantos escándalos de corrupción, digna de ser mostrada como ejemplo a nuestras juventudes? ¡Que lo decida el pueblo! (O)