Cuando Charles Ponzi murió en Río de Janeiro, luego de haber estado en la cárcel en Canadá y dos veces en los Estados Unidos, nunca imaginó que su famosa pirámide que a precios de hoy fue una estafa de 300 millones, habría logrado luego que alguien como Bernie Madoff genere una de 20.000 millones, la mayor de la historia.
Y cuando Madoff murió, jamás habría pensado que alguien pudiera ofrecer 90 % semanal de rendimiento y que esa oferta fuese creída por la gente. Después de todo Madoff construyó una pirámide, pero sí tenía inversiones; pagaba rendimientos difíciles de creer, pero que rayaban en el campo de la duda.
Don Naza pagaba algo imposible de creer, pero nuestra gente le creyó. La tragedia de esta estafa tiene dos elementos: dolor por los incautos que perdieron su dinero, sobre todo aquellos que son pobres, y reflexión profunda sobre la falta de conocimientos básicos de economía y finanzas que tiene nuestra población, lo cual debe llevar a la revisión de qué enseñamos en nuestros colegios.
Es esa falta de formación la que hace que el recién elegido presidente de la Conaie amenace con movilizaciones si no se suspende la elevación de los combustibles, diciendo en el mismísimo momento que las cifras muestran deflación, esto es caída de precios, “que todos saben que cuando sube la gasolina, todo sube”. Es esa falta de formación la que hace que la gente crea que las cosas pueden ser gratis, que el Estado produce dinero como los árboles de manzanas producen manzanas.
Es esa falta de formación la que hace que la gente crea que aportando mañosamente a la seguridad social durante cinco años un valor mucho más alto que el promedio de lo que ha aportado en su vida para así obtener una casi dolosa jubilación que no se merece, este acto no vaya a generar la quiebra de esa institución.
Es esa falta de formación la que hace que se crea que las tasas de interés no las debe fijar el mercado, sino los políticos por decreto. Es esa falta de formación la que ataca a la gran minería, que es aquella que sí se puede controlar y sancionar, y defiende a la pequeña e informal que es la que no se puede sancionar y realmente destruye el medio ambiente. Es esa falta de formación la que hace que, finalmente, el populismo pueda engañar, con la misma habilidad de Don Naza, a quienes invierten lo más importante en un país: el voto para decidir un futuro.
El Ecuador enfrenta retos formidables: la crisis de la seguridad social, la reforma financiera, la nueva legislación laboral, el replanteo del modelo de Estado, la apertura a las asociaciones público-privadas para atraer el capital extranjero que tanto necesitamos, el fortalecimiento de la minería, la reforma fiscal, etcétera
El pueblo tiene dos opciones: o creerles a quienes en política son tan hábiles como Don Naza para embaucar a la gente, o tomar el camino de la realidad, enfrentarla y tratar de que el país comience por el camino de un verdadero desarrollo.
El voto en esta ocasión fue bien invertido. Ojalá que ante los cambios que tienen que venir el pueblo no actúe creyéndoles a los Don Nazas políticos”. (O)