¿Deja la cruenta y sangrienta guerra montada por Vladimir Putin en territorio ucraniano lugar para pensar en videojuegos? Quizás no entre la población joven de las ciudades bombardeadas, que han quedado sin luz ni agua, pero sí las pantallas y teclados de quienes manejan la versión exterior de un conflicto, con una alta dosis ya de ambos bandos, de noticias falsas. Las tristemente célebres fake news.

El despliegue tecnológico es utilizado para desinformar, con mayor fuerza que cualquier misil. El caso más notorio ocurrió hace pocos días en un medio de Ucrania, para la mirada del mundo occidental, país víctima de las ansiedades expansionistas de Putin, pero que ha entrado también al juego de trastocar la realidad. El medio en mención compartió con buen suceso, excelente suceso, un video donde supuestamente un piloto ucraniano derriba un avión ruso, y con ello generó en muchos una sensación de justicia mezclada con valentía. Una especie de reedición del bíblico paraje de David contra Goliat. Pero la mentira tiene patas cortas y luego se confirmó que eran gráficos del videojuego Arma 3 y que el tuit en el que se lo compartió desapareció no sin antes haber sido visto tres millones de veces en una semana. Patas cortas, pero de larguísimo impacto.

Y no solo eso, se ha dicho de todo: que la primera dama de Ucrania ya vestía uniforme militar para ir al frente, cuando la foto de referencia no era de ella; que tanques de la OTAN habían llegado para contrarrestar a Rusia, con una imagen canadiense de al menos diez años de antigüedad; o que lo que hace Putin es expulsar a neonazis de Ucrania, fake news oficial esta que ha generado una oleada de renuncias de periodistas privados que no están dispuestos a acolitarla. Y en medio de esa avalancha de mentiras bien vestidas, se ha puesto en duda el verificado testimonio de una maestra de 53 años que con grandes parches en el rostro relataba el bombardeo que le tocó vivir. “Es una actriz”, lograron sembrar en muchas mentes las máquinas de difusión rusas esperando el efecto aquel de que “de la mentira, algo queda”.

Las redes sociales chinas, hipervigiladas por su gobierno, han proporcionado algo de su data. Así supimos que en tan solo dos semanas habían borrado 3.518 videoclips de 12.179 revisados sobre la invasión de Rusia a Ucrania. O lo que es lo mismo: el 28 % de ese contenido era falso. Y cuán altos serán los niveles de efectividad de estas distorsiones que el mismo Putin, en plena invasión, ha aprobado una ley que prevé hasta 15 años de prisión para quienes difundan información que el Kremlin etiquete de falsa sobre las fuerzas rusas en el conflicto con Ucrania. Aunque analistas creen que esta sería en realidad una forma de silenciar a los medios periodísticos contradictores a la ofensiva rusa.

Lo dije en reciente artículo y los hechos lo ratifican: en la guerra, la primera baja es la verdad. El efecto reproductor y manipulador que tienen las redes sociales se ha vuelto inmanejable para muchas sociedades, se sigue usando la tecnología con una ligereza pasmosa al momento de informar. Y la de comunicar es una de las principales, si no la mayor, de sus bondades. (O)