La reciente muerte de Olivia Newton-John desbloqueó algunos recuerdos de mi infancia. Por ejemplo, me remonté al momento en que sintonicé por primera vez Grease en un canal nacional. Sé que fueron numerosas las veces que observé esta película porque en la televisión era un clásico toparse con la repetición de la cinta protagonizada por John Travolta y Newton-John. La experiencia fue distinta, a pesar de que la estación televisiva repetía cada vez la película, mi costumbre de espectadora iba acomodando la mirada y la interpretación se amoldaba a los estímulos del momento. Hubo instantes en los que privilegié las canciones, los bailes o la personalidad de Sandy. En esa historia de amor con ecos de tradición romántica, se ancló una mirada infantil. Qué habré entendido del trance ficcional en el que me encontraba como asidua televidente. Tal vez no tiene sentido preguntármelo, pero revela que conviví rodeada en ficciones e historias tomadas como ejemplares.

Ahora observo a mi alrededor y trato de adaptarme. La conciencia adulta irrumpe en nuestro constante sentido de alerta. Cuidarnos parecería ser el imperativo de este tiempo, pues al sabernos desprotegidos creamos atmósferas blindadas para mantenernos a salvo. Vigilar al de al lado, desconfiar de quienes caminan cerca con actitudes sospechosas o crear refugios amurallados, son parte de los cuidados que cada ciudadano desarrolla. Las desigualdades propias del contexto latinoamericano aniquilan cualquier sentido de bienestar al que podamos aspirar. La estratificación ha hecho lo suyo y las formas de supervivencia varían, según la localización geográfica. No desconocemos que las tragedias diarias están a la vuelta de la esquina.

Olivia Newton-John pisó dos veces Ecuador: Así fue su paso por el país

“Una de las grandes tristezas de mi vida es que no conocí a mi abuelo”: Max Born, el abuelo científico de Olivia Newton-John que ganó un premio Nobel de Física y fue amigo de Albert Einstein

Camino alrededor de un parque en el corazón de una ciudadela que, gracias al cuidado de un comité, conserva todavía sus áreas verdes, árboles y estética propia. Sé que la organización comunitaria es el tejido que sostiene la convivencia y los escenarios adecuados para la interacción social. Cuántos barrios se las arreglan para sacar adelante sus demandas, pues hemos constatado hasta el cansancio que las autoridades olvidan sus principales deberes. Circulamos en lugares donde el cemento se impone en el paisaje urbano y las rejas se mimetizan en un solo concepto de ciudad. Hago el ejercicio de imaginar lugares sin rejas, la vida contemporánea cuenta con muchas facilidades tecnológicas. Sin embargo, nuestras nuevas limitaciones tienen que ver con la pérdida del caminar libres y sin miedo. ¿Recuperaremos la tranquilidad al situarnos en espacios abiertos y la vida de barrio?

Cuánta perseverancia exige recuperar los momentos de sosiego. Qué difícil alcanzar el equilibrio con las alegrías que compatriotas ecuatorianos nos regalan cada tanto: Chito, Neysi y ahora la talentosa cantante Mar. Y vuelvo a la escena donde me encuentro en una pausa de distracción con la inigualable Olivia Newton-John, para lo cual me sirven las palabras de la escritora argentina Eugenia Almeida: “Es difícil saber cuándo la repetición de algo que era bello se vuelve inquietante”. Los reencuentros me permiten rescatar la evidencia de mis días felices. (O)