Los lectores pueden creer que el título de este artículo está equivocado, pero no es así. El Ecuador tiene una deuda financiera con la China, la cual llega hoy a aproximadamente 5 billones de dólares. Pero la China tiene una deuda moral con el Ecuador que es mucho mayor todavía.

Empresas de ese país, que son estatales, construyeron ocho centrales hidroeléctricas durante el gobierno de la FaRC, familia revolución ciudadana. De esas ocho, cinco no están terminadas, y de las tres que están terminadas, la más importante, Coca Codo Sinclair, tiene problemas gravísimos que son de conocimiento nacional.

La China también nos otorgó créditos, con la prenda de nuestro petróleo, esto es con una garantía AAA. Y nos cobró altísimos intereses, con el factor adicional de que esos contratos tanto financieros como petroleros los hicieron reservados, caso nunca antes visto en la historia de este país. Expertos dicen que el negocio está en que se califica la calidad del petróleo arbitrariamente y que se sobrepaga el transporte, entonces el precio parece bueno, y el Ecuador termina siendo vilmente estafado.

Y a pesar de todo esto, en el terrible año de la pandemia del COVID-19, virus que se originó precisamente en la China, ese país le otorgó al Ecuador cero recursos dicho en letras, 0 en números, y no puedo decirlo en números romanos porque no existe el cero en esa numeración.

Nos salvaron los organismos internacionales tan criticados por quienes nos llevaron a ser mucho más dependientes de la China.

La China ha sido entonces una aplanadora que pasó por el Ecuador, y que ha dado un resultado final lamentable para nuestro país.

La oportunidad de lograr una relación justa se presenta en este viaje del presidente Lasso a la China. No se trata solamente de solucionar problemas puntuales, se trata de una relación en la cual el más fuerte no abuse del más débil, como ha sido hasta el día de hoy.

Y esto es posible, pues el actual presidente chino, Xi Jinping, está haciendo el esfuerzo de cambiar la imagen de China en el mundo, y reconoce que la corrupción no es solamente aquella que existe en los países con los cuales la China ha contratado y construido obras, sino que también se ha dado en el país de origen que hoy él gobierna.

Y ya existe evidencia de que la China ha condonado deudas en montos importantes, como en Malasia, y en países africanos, cuando la evidencia de la corrupción en los proyectos no ha dejado otro camino a la China que hacer el recorte de la deuda.

El acierto político de ir a la China en momentos en que este país es rechazado en Occidente mediante el boicot a los Juegos Olímpicos de invierno a los cuales asistirá el presidente Lasso, debe lograr ese cambio en las relaciones entre los dos países, que no solamente implique el que hacia futuro las cosas serán diferentes, sino también, el corregir, reparar y compensar los graves daños que la tóxica relación del pasado ha implicado para el Ecuador. La gran ventaja es que ni Xi Jinping ni Guillermo Lasso la generaron, y ambos tienen un potencial gran beneficio para sus propios países y para sus gobiernos en resolverla. (O)