La pesca de atún aleta amarilla capturada por los barcos asociados a la Fundación Tunacons fue certificada como sostenible. Muchos celebramos la noticia, pues dicha certificación, emitida por la más reconocida certificadora de su tipo, demuestra la capacidad del empresariado ecuatoriano para asumir las crecientes exigencias de los mercados globales. En concreto, se acaba de demostrar que es posible certificar pesquerías con red de cerco en el Pacífico Oriental. Es oportuno que, a partir de esta victoria inicial, todo el sector pesquero consolide su crecimiento, enfocándose en objetivos estratégicos que ahora lucen más cercanos.

El próximo objetivo en la agenda estratégica de la Fundación Tunacons y del sector atunero ecuatoriano se cae de maduro: la certificación MSC para la pesquería de atún barrilete, especie que, en el 2020, representó casi las ¾ partes de la captura de la flota atunera ecuatoriana. Y no empezaría de cero, pues se cuenta ya con la evaluación de la población de barriletes, la cual evidencia el buen estado de salud de la especie.

No será sencillo, pero sería más rápido que la certificación de aleta amarilla, cuyo proceso tuvo interrupciones por la pandemia. Esta dejó claro el camino: análisis previo con expertos; evaluación de población y de la pesquería; determinación de brechas en los indicadores y a trabajar. De empezar ahora, podría estar lista antes del verano del 2023, Dios mediante. Difícil antes, pues la empresa que haga la auditoría debe exponer resultados al debate internacional. Se espera un debate exitoso, pues las objeciones que surjan serían similares a las recibidas para aleta amarilla.

Otro objetivo sería certificar las pesquerías por evidenciar responsabilidad social en su gestión. El consumidor del primer mundo prefiere cada vez más productos que sean producidos por trabajadores de condición socialmente deprimida, pero con quienes se esté cumpliendo estrictamente la legislación laboral. En lo general, este es el caso ecuatoriano y es una condición que se debe explotar competitivamente, pues existen pesquerías de países competidores que no cumplen esta condición.

El logro reciente también beneficia al resto del sector. La nueva información que está siendo captada para cumplir la certificación demostraría que, para la sostenibilidad de las especies, bastarían menores restricciones de pesca a las embarcaciones más pequeñas. Esto rentabilizaría a las embarcaciones pequeñas y haría más justo el ordenamiento.

A mantener la certificación lograda y aquellas por lograr. En el caso de aleta amarilla, a seguir mejorando los indicadores en progreso respecto a pesca incidental; seguir reduciendo incertidumbres en la evaluación de población; generalizar el uso de dispositivos biodegradables agregadores de peces, etcétera. Y para bien del sector: a institucionalizar las nuevas prácticas en la política de ordenamiento del sector, actualizando reglamentos que lleven la administración de la pesquería a un nuevo nivel de competitividad.

Se ve mucho por ganar para el sector pesquero luego de esta primera victoria. ¡Buen viento y buena mar! (O)