Las estadísticas a junio apuntaban bien: crecimiento de las ventas y recaudaciones tributarias. Mayores importaciones. Creación de 76.000 plazas de empleo adecuado en el mes. El desembolso del FMI por haber cumplido con la estabilización fiscal. Se insinuaba un importante repunte en la economía. Pero la encuesta de empleo para julio es un palazo. Se pierden 75.000 empleos adecuados, lo que insinúa un repliegue de las empresas. ¿Qué pasó?

Las empresas nacionales habrían reaccionado ante los hechos de junio de manera similar a los acreedores externos: se diluyó el optimismo. Desde el cierre de mayo a la fecha, el riesgo país trepó en 700 puntos a 1.500. Esa alza refleja que el mercado financiero internacional cree que el Gobierno no va a dejar a su sucesor una economía sana que pueda afrontar el pago de la deuda refinanciada.

El mayor de los hechos de junio que tanto habrían afectado a los empresarios es el levantamiento de la Conaie, que el Gobierno no estuvo dispuesto a enfrentar. El presidente acepta que su gabinete esté atado en negociaciones interminables con la Conaie, acatando imposiciones de política económica y social por parte del movimiento indígena. La perspectiva es que el Gobierno cederá, su política económica perderá coherencia, y a la postre igual la Conaie se declarará insatisfecha y vendrá un nuevo levantamiento, seguido de más sometimiento.

Otro factor fue el intento de golpe de Estado en la Asamblea, con hackeo del voto de los defensores de la institucionalidad, golpe que fracasó pero que no ocasionó una contraofensiva del Ejecutivo. El presidente pudo desconocer a los asambleístas que posesionaron al superintendente de Bancos incumpliendo una disposición judicial, pero dejó pasar la oportunidad.

En julio se suma como tercer factor la decisión populista de la Corte Constitucional de rechazar el planteamiento de inconstitucionalidad que hizo el presidente a la muy onerosa alza de sueldos a los maestros, al que la Asamblea no dotó de financiamiento alguno.

Un gobierno que se deja vapulear por la Conaie, Asamblea y Corte Constitucional.

Hay predisposición en los sectores privados para trabajar mano a mano con el Ejecutivo para sacar el país adelante, pero hay desconcierto por lo anterior. Las buenas intenciones de invertir se estrellan ante las trabas burocráticas. Tanto contrato de inversión y tan poca inversión real. Hay frustración.

La norma es que los empresarios obtengan créditos en el exterior para sus inversiones grandes. Incluso las multinacionales no traen capital sino operan con crédito de sus matrices. En los primeros siete meses del año, las empresas han recibido desembolsos de deuda externa por $ 1,481 millones, pero han amortizado $ 1.917 millones de créditos externos, o sea, ha habido un flujo negativo. No está viniendo suficiente inversión.

Es necesario darle un vuelco a esta situación. Recuperar el optimismo. Fijar objetivos que conciten a la ciudadanía a colaborar en lograrlos. Que el Gobierno se haga respetar por los otros poderes del Estado y por los grupos violentos. Concretar ofrecimientos: Que marche el programa de vivienda popular. Que se aprueben permisos de inversión de las mineras. Que se concreten los proyectos petroleros. Que por fin salga el quinto puente. Ya han pasado quince meses. (O)