Desde que tengo uso de razón he escuchado todo tipo de historias sobre lo que ocurre en nuestro Registro Civil y su entorno y sobre la relatividad de la edad, nacionalidad y el estado civil oficial de quienes habitamos en esta tropical tierra ubicada en el centro del mundo.

El otro día conversaba con un viejo dirigente de fútbol, quien me comentaba cómo hace cuarenta años o más se nacionalizaban jugadores en minutos, con la simple venia del director del Registro Civil de turno.

Situación similar se presenta con la edad. Pan de cada día resulta, no solo en Ecuador sino en gran parte de Latinoamérica, encontrar jugadores de fútbol, béisbol o básquet con edad adulterada gracias a inscripciones tardías u otro tipo de maromas, para procurar sacar ventaja frente a los jugadores de menor edad y desarrollo físico.

Esperamos que la Federación Ecuatoriana de Fútbol despliegue todo su contingente en la defensa de este caso.

Jóvenes con barba y bigote en torneos sub-12, por ejemplo, o con evidente motricidad ajena a la edad pululan en torneos sudamericanos y panamericanos, a vista y paciencia de un sistema que los mira con normalidad y hasta orgullo, preocupados únicamente en el resultado y en el lucro económico que la “gracia” puede generarle al joven, sus familiares y a los hambrientos empresarios para quienes la ética es un valor prehistórico para los pendejos.

Traigo a colación este tema con motivo de la demanda que la Asociación Chilena de Fútbol ha presentado contra la Federación Ecuatoriana de Fútbol, alegando que el jugador Byron Castillo es supuestamente colombiano, y con ello, procurar ganar unos puntos que no pudieron ganar en la cancha y de esta manera entrar por la ventana del basurero al Mundial de Fútbol de Qatar el próximo noviembre de 2022.

Y no la cito para sugerir que los chilenos tengan razón en su demanda; por el contrario, deseo fervientemente que se estrellen contra una pared de sólidos argumentos jurídicos y documentos que confirmen lo contrario. Que Ecuador salga bien librado de este conflicto y que veamos ondear la tricolor una vez más en la gran cita del fútbol mundial, para gritar con el pecho rebosado de orgullo las sagradas notas del himno patrio.

La cito para graficar el gran problema que generan estas instituciones de papel que tenemos y esta cultura del todo se puede, todo se compra, todo se consigue; de una justicia de pacotilla, en la que gana, generalmente (con las honrosas excepciones que confirman la regla), el que pinta más dinero o el que consigue ese telefonazo del poderoso de turno; y también, esa maldita práctica latinoamericana de hacer trampa en el deporte.

¿Será que la selección chilena de fútbol pasa un examen de identidades, edades y nacionalidades?

Esperamos que la Federación Ecuatoriana de Fútbol despliegue todo su contingente en la defensa de este caso, contratando un equipo jurídico de nivel internacional y que estructure una estrategia comunicacional y de lobbying, sólida y contundente para defender un derecho que nos ganamos en la cancha, a pulso, y con buen fútbol. Que en la Federación entiendan que este no es un tema menor y que Chile hará lo que sea necesario para ganar. (O)