La Conferencia de las Partes 27 (o COP, por su sigla en inglés) de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) acaba de concluir el 20 de noviembre en Sharm-el-Sheik, Egipto.

Aunque se había anunciado como la COP de la “implementación” y enfocada en la adaptación al cambio climático, en la práctica se empantanó por varios motivos:

- Los países en desarrollo exigían que se cree un nuevo “fondo de compensación” por las “Pérdidas y Daños” causados por el cambio climático (China, miembro del G77, no ha indicado si contribuirá a dicho fondo, pese a ser responsable de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero). La creación del fondo finalmente fue aprobada el domingo 20, pero los detalles están por definirse (incluyendo quien debe aportar y quien puede recibir los recursos).

- Los países pequeños insulares, y la Unión Europea, insistían en que se debería aumentar la ambición en la reducción de las emisiones, para poder mantener viva la meta de limitar el aumento de la temperatura a menos de 1.5 grados C. Otros decían que ya no era factible dicha meta, pero que había que hacer un esfuerzo para no sobrepasar los 2 grados de aumento de temperatura.

El evento tuvo que extenderse dos días más de lo previsto, dada la dificultad en lograr el consenso. No existe una regla de votación en las COP (ni siquiera una super-mayoría de 2/3 o 5/6), por lo cual se entiende que las decisiones deben ser por unanimidad (en algunos casos, cuando uno o dos países menores se han opuesto, el presidente de la Conferencia ha indicado que era su “sentido” de que había consenso).

En mi novela de ciencia ficción El Último Humano, anticipo que si no se resuelve un mecanismo de votación, la humanidad no logrará encontrar una solución a esta amenaza existencial, y la temperatura seguirá subiendo, y con ello el nivel del mar, los desastres naturales, sequías e inundaciones en diversas regiones, hambrunas, entre otras consecuencias catastróficas.

No obstante estos retrocesos y el no haber alcanzado la meta de $100 mil millones en financiamiento climático anual de los países desarrollados para los países en desarrollo, sí ha venido aumentando el financiamiento para la adaptación, algo que los países en desarrollo también reclamaban. El apoyo financiero para la adaptación se ha duplicado en la última década (alcanzando $28 mil millones, 35 % del total de financiamiento climático).

Unos días antes de la COP se lanzó el libro Negociación Internacional en América Latina, editado por la Flacso, el cual incluye un capítulo que escribí sobre “La estrategia de negociación sobre el paquete de financiamiento climático en el Acuerdo de Paris de Cambio Climático de la Asociación Independiente de Latinoamérica y el Caribe”. AILAC es un grupo de negociación que incluye a ocho países de América Latina, y que fue clave en la negociación del Acuerdo de París, y en particular en los aspectos de financiamiento.

Durante la COP 27 se lanzó la Iniciativa del Equipo Europeo (TEI) para apoyar a la adaptación y resiliencia en África, que coordinará el apoyo de la Unión Europea y cuatro países miembros de la UE (Alemania, Dinamarca, Francia y Países Bajos), por un monto de $ 1.000 millones en donaciones. Trabajé en el diseño de esta iniciativa a través del Mecanismo de Apoyo de la UE para las NDCs (EU NDC Facility).

En definitiva, en el proceso de negociaciones climáticas, se da un paso adelante y dos atrás; pero esperemos que no se lleguen a cumplir los apocalípticos vaticinios de mi novela. (O)