He allí la médula del problema! La Constitución de Montecristi dio nacimiento a este parto de los montes, el Consejo de Participación, con el cual el presidente de la República evitaba el compartir con el Poder Legislativo la designación de los funcionarios de control, como el contralor general, y le encargaba a este Consejo de Participación de su confianza que hiciera un simulacro de elección para designar a una persona de su gusto. Antes de esta mañosa creación, el presidente de turno enviaba al Congreso una terna para que escogiera a uno. El presidente Moreno convocó a una consulta popular que permitiera elegir un Consejo de Participación Transitorio; se organizó uno nuevo que lo presidió un respetabilísimo ciudadano, Julio César Trujillo, con lo cual mucho mejoraron las cosas, pero no solucionó el problema de fondo, porque el Consejo siguió vivo; y como sigue vigente, con sus poderes intactos, hoy se lo disputan, como fieras, a zarpazos. Una nueva mayoría, de cuatro sobre siete, ha destituido a su presidenta y elegido nuevo presidente; pero la destituida no acepta su destitución y se ha atrincherado en su oficina, a la espera de que los bloques que la apoyan en la Asamblea destituyan a los vocales que la han defenestrado y posesionen a los suplentes, en una repetición del episodio de los diputados de los manteles. Aquí, parece, empieza un nuevo cuento de nunca acabar, y si hoy se encontrara una salida, un nuevo Consejo resurgirá, porque el tumor maligno continuará haciendo estragos mientras no se lo elimine; y no hay ni intención ni votos para una reforma constitucional.

Y aquí ha entrado la Asamblea a la contienda. Con el apoyo de 72 legisladores (más de la mitad) se ha planteado un juicio político en contra de los cuatro consejeros de la nueva mayoría con el objeto de destituirlos e impedir que estos elijan a las nuevas autoridades de control; Pachakutik plantea destituir a todos. De la Asamblea se ha llamado a la ministra de Gobierno y al comandante general de la Policía, porque en este cambio de mayoría en el Consejo hubo presencia de la fuerza pública.

El Gobierno ha reconocido como legítima a la nueva mayoría, pero si esta es destituida, quedaría muy debilitado. Mientras las cosas se definen en la Asamblea, tal vez la nueva mayoría consiga elegir contralor, fiscal, pero nada se puede predecir. Lo que sí es cierto es que se ha producido un choque de trenes entre las funciones Ejecutiva y Legislativa que parece nos conducirá a que este conflicto deba resolverlo el pueblo; este choque se ha producido alrededor de este esperpento llamado Consejo de Participación nacido de la Constitución de Montecristi, por lo que algunos ciudadanos proponemos que sea derogada, mediante plebiscito, y quede en vigencia la anterior, la de 1998, actualizada, donde no existía el Consejo de Participación Ciudadana. Si el presidente optara por ese camino, el paso previo, inevitable, sería el de la muerte cruzada. De hecho, existen dos poderes en pugna que ya no pueden coexistir, y el país se encuentra, peligrosamente, en la pendiente de la anarquía. (O)