Aun “cuando cueste mantenerse en pie… Resistiré y jamás me rendiré”, reza la canción del Dúo Dinámico, creada en los años 80. Así, cada mañana miles de personas se levantan porque tras ellas hay una familia, un padre, una hija, un esposo o alguien que amamos y que dependen de nuestro esfuerzo. Ese espíritu de sobreponerse a las cosas requiere enseñarse y fortalecerse.

No obstante, hay escenarios difíciles. Particularmente, este año nuestra cotidianidad se interrumpió por varios hechos de violencia, que tocan la sensibilidad porque nos recuerdan lo frágil de la vida, lo desafiante de dar solución a problemas como la inseguridad. Y el año termina y diciembre llega con un cúmulo de emociones vinculadas al Mundial, que concentra a multitudes que se ven reflejadas en los goles de sus equipos, esperanzadas por el nuevo partido o frustradas por los resultados.

Además de ganar el partido inaugural, Ecuador se hizo acreedor a una multa por el mal comportamiento de su barra; la que insensible a las reglas que rodean ese entorno cultural tuvo actitudes que asombraron al mundo.

Fútbol y política, entresijos de la polarización

En momentos de tensión las emociones individuales y sociales tienden a desbordarse... se nubla la capacidad de decidir.

En momentos de tensión y crisis, las emociones individuales y sociales tienden a desbordarse, por lo que se nubla la capacidad de decidir. Sin embargo, durante mucho tiempo se creyó que las personas somos seres puramente racionales; pero hoy se sabe que la actuación de las personas está retroalimentada por las emociones propias y las que percibimos en los otros miembros de una sociedad. Al estar rodeados de personas que comparten rasgos culturales, emociones y esperanzas, las características particulares se diluyen y se fusionan en un grupo; con el peligro de que la racionalidad se pierda.

De ahí que las identidades partidistas, deportivas, raciales, religiosas son como un cuchillo con doble filo; por un lado, permiten afianzar valores; por otro, pueden ser fuente de fanatismo y mecanismos de exclusión, separación o división social. Por ejemplo: el comportamiento de la barra de fútbol ecuatoriana, evidencia cómo una identidad colectiva anula la capacidad de decisión individual.

Esa capacidad del grupo para atar a un individuo es poderosa, pero no siempre se usa para el bien; y, lastimosamente, la mayoría de veces muestra sus peores caras. De ahí, que resulte importante advertir a quienes amamos sobre cómo afecta un grupo social a cada individualidad.

Seguir la corriente, o resistirla implica comprender qué creemos, qué nos pasa cuándo estamos en grupo y cómo manejarnos en escenarios colectivos. Para evitar arrepentimientos, León Festinger propuso que evaluemos si el comportamiento es coincidente con nuestros valores. De tal manera que ese análisis retroalimente los comportamientos futuros. En otras palabras, para evitar arrepentimientos debemos conocernos. Ya que la actuación de un sujeto es la consecuencia de su personalidad y el contexto social que le rodea. Pero si finalmente descubrimos que fuimos inconsistentes es hora de perdonarnos y avanzar replanteando metas y entornos. (O)