La Conaie, en sus más feroces levantamientos, los de 2019 y el de estos días, ha enarbolado como bandera de lucha, para supuestamente ayudar al indigenado a salir de la pobreza, y según sus mismas palabras a todo el pueblo del Ecuador, el tema del precio de los combustibles.

En muchas ocasiones, la tontería produce más indignación que la maldad. Este es un caso, en el cual la tontería debe producirnos indignación. La Conaie secuestra al país, se toma pozos petroleros para quitarle recursos al Estado que son necesarios para luchar contra la pobreza, destruye plantaciones agrícolas especialmente de flores que emplean a indígenas, ahuyentado la inversión en ese sector y quitando opciones de empleo al indigenado; la Conaie destruye propiedad privada y pública junto con infiltrados, ataca y mata a la fuerza pública, para pelear y luchar para que bajen los combustibles. Y no entienden que la baja de los combustibles, que representa un hueco fiscal gigante, es firmar la condena perpetua al indigenado, al quitarle preciosísimos recursos al Estado que pueden y deben ser usados para luchar contra la pobreza.

Son tan ciegos para no darse cuenta de que desde cuando ese subsidio se instauró en el país hemos despilfarrado una cantidad sin comparación con ninguna otra, más de 80.000 millones de dólares, y que ese subsidio ha ido fundamentalmente a las clases más pudientes. Si no fuese así, los indígenas deberían ser ricos.

El gran “logro” de la Conaie es haber obtenido una baja en los combustibles luego de meterles un golpe terrible a todos los ecuatorianos con el paro. Eso representa más menos 330 millones de dólares. ¿Cuánto le llegará al indigenado? Tal vez 1 %, es decir, 3,3 millones.

Las provincias que lideraron el paro, Cotopaxi, Chimborazo, Imbabura, más las del Cañar y Azuay, junto con Bolívar, representan un 22 % del consumo de diésel del país. ¿Cuánto de ese diésel lo usan directamente los indígenas? Ni un 5 % del total, de acuerdo con estimaciones serias. Y en las gasolinas es todavía peor. Los indígenas marchan, destruyen, secuestran policías, matan militares, y cometen con infiltrados una serie de delitos, para luego firmar su condena perpetua a la pobreza. Por un lado trabajan para que otros se lleven el subsidio y no ellos, y por otro lado para que el Estado, único capaz de atacar la pobreza extrema con políticas sociales adecuadas, se quede sin recursos para combatir la pobreza en el Ecuador.

Agradecemos todos a la Iglesia la mediación. Pero al pedirle que garantice el cumplimiento de esto es similar a garantizar un acuerdo en el cual un matrimonio se mantiene aceptando ambos el adulterio.

Somos el país de América Latina con el combustible más bajo de todos. El promedio regional supera los cinco dólares.

Si los dirigentes no entienden esto son ignorantes, es decir, ignoran la realidad. Si lo entienden, y yo creo que el máximo de ellos sí lo entiende, solo hay una explicación: la pobreza y el caos, la destrucción total de la sociedad es donde pescando a río revuelto pueden llegar al poder como lo propone la doctrina mariateguista. (O)