Un dirigente de la Conaie, sin ningún tapujo, sin ninguna vergüenza o resquemor, sostuvo públicamente que, si Quito se muere de hambre, que se muera, por no apoyar el paro. Pero el Sr. Iza, en un gesto de admirable generosidad, dijo que iba a permitir “un corredor humanitario” para facilitar el ingreso de víveres a la capital. Cierto es que aun antes de que el Sr. Iza dijera semejante cosa, antes de que reconociera que la dirigencia de la Conaie es la causante de ese desabastecimiento, nadie dudaba de que quienes impedían que lleguen víveres a la ciudad de Quito, y también a otras ciudades, son los mencionados dirigentes de la citada organización. Así que lo dicho por el Sr. Iza simplemente confirma un hecho que ya era intuido por los ecuatorianos. Lo de que él generosamente va a permitir un “corredor humanitario” le añade un elemento de prepotencia a su conducta. Esto trae a colación la decisión del dictador de Rusia, Vladimir Putin, que luego de sitiar a la ciudad portuaria de Mariupol, impidiendo que sus habitantes tengan víveres hasta prácticamente llevarlos a la hambruna, asumió luego la misma beatífica actitud del Sr. Iza de permitir un “corredor humanitario” para que puedan recibir alimentos. La conducta del Sr. Iza y su gente, su confesión inequívoca de ser ellos los responsables de tan abominable conducta, será probablemente juzgada ante algún tribunal de justicia. Tal como deberá suceder con la emboscada a los militares que escoltaban precisamente una caravana de vehículos con alimentos. Al menos en el plano del derecho civil —que se mueve de forma autónoma del penal y con otros parámetros—, la responsabilidad de la mencionada organización por los daños causados es incuestionable. La defensa de que tales actos son atribuibles a los famosos “infiltrados” es muy débil a la luz del nuevo derecho de daños, especialmente con respecto a personas jurídicas que asumen actos de alto riesgo. Es solo cuestión de decisión para iniciar las respectivas acciones y sentar un precedente. Como se ha visto, la Conaie tiene suficientes fondos para responder por estos daños.

Pero el problema es más grave aún. La confesión del Sr. Iza da muestra del grado de descomposición que atraviesa la sociedad ecuatoriana. ¿Cómo es que existe un líder político o de cualquier otro género que encuentre como algo muy natural y aceptable contribuir a que una ciudad se muera de hambre? ¿Esto forma parte de la cosmovisión indígena de la política? ¿Cómo es que esta conducta no es rechazada por las voces supuestamente moderadas y democráticas que tiene la Conaie? ¿Cuál es el sustento sobre el que se trepa el Sr. Iza para decir lo que dice y para hacer lo que hace con tanta tranquilidad? Las actuaciones del Sr. Iza no pueden verse de manera aislada. Ese error no debemos cometer. Ellas se encuadran dentro de un escenario que jamás habíamos vivido. Un escenario donde el narcotráfico y las mafias que semejante industria produce ocupa ahora un eje central. Una industria que mueve más dinero que el presupuesto general y que necesita del Estado para sobrevivir es una fuerza que no puede ser ignorada en el ajedrez político que se está jugando en estos días. Todas las mafias tienen puesta la mira en el Estado para engullírselo como hienas hambrientas. (O)