Ecuador sufre los coletazos de la guerra en Ucrania de la manera que terremotos en el Pacífico oriental causan tsunamis en nuestras costas. Retomemos el impacto al banano, que abordamos el pasado domingo. Aquel en tránsito a puertos del mar Negro no pudo descargarse; la interrupción de las rutas navieras trabó las entregas en otros puertos de Rusia, que junto a Ucrania compran la cuarta parte de nuestro banano. Con la expulsión de bancos rusos del sistema financiero internacional, los exportadores no han podido cobrar la fruta entregada. No hay dónde colocar el banano, y el precio en el mercado spot está por debajo de los costos.

Gran parte de la producción corresponde a bananeros medianos y pequeños que carecen de capital y financiamiento para aguantar la crisis. Se corre el peligro que dejen deteriorar sus fincas, y se propague más la Sigatoka negra, con lo que terminaría afectando el total de la producción bananera. Los bananeros, desesperados, arrojan el banano en carreteras, para que el país y las autoridades visualicen la crisis.

Hay que buscar soluciones sin subsidiar al sector privado. Se supone que a los productores se les deben reembolsar los impuestos que se pagan con las exportaciones. No se ha cumplido por problemas fiscales; ahora se puede y debe hacérselo. Conceder créditos a largo plazo a pequeños y medianos productores para que inviertan en la tecnificación de cultivos y cubrir costos para mantener vivos los cultivos hasta que se recupere el negocio. La crisis no es eterna.

El coletazo golpea a la ciudadanía. Ucrania y el centro de Rusia son grandes productores de trigo, girasol y maíz, que exportan a Europa. Esa cosecha está en parte perdida y por otra no tiene cómo salir al mercado. Los europeos recurren a otras oleaginosas, como la soya. El mayor exportador de soya del mundo, Argentina, prohíbe las exportaciones hasta que el Congreso apruebe el alza en el impuesto a la exportación. El resultado es que trigo y aceites vegetales están por las nubes, con lo que sube el precio del pan.

En la guerra comercial, Rusia replica prohibiendo las exportaciones de fertilizantes. El resultado es su encarecimiento. Ecuador es gran importador de nitrato de potasio ruso, y muchos productores no podrán comprar todo el fertilizante que requieren. Habrá menos alimentos y a precios más altos. Las familias ecuatorianas lo sentirán cuando vayan al mercado.

El efecto positivo es el alza del petróleo. A los precios al momento de escribir estas líneas en 2022 el Estado percibiría unos $ 1.800 millones por encima de lo presupuestado. El precio fluctúa mucho y no hay certeza de cuánto se va a recibir este año o el próximo. Parte de estos ingresos deben quedarse en Petroecuador para que invierta en aumentar la producción. Los gobiernos locales y la Amazonía son partícipes de esa renta.

Con lo que le queda al Fisco, lo sensato es no incurrir en la colocación de bonos que estaba prevista, ponerse al día con atrasos, y emprender en alguna obra que permita a la ciudadanía ver un beneficio tangible. Por ejemplo, reparación de carreteras.

Incluso el alza del precio del petróleo tiene su lado negativo. El diésel industrial sube fuertemente, con lo que toda la producción industrial aumentará de precios. Entre los más afectados… los bananeros, como si fuera poco. (O)