Dice san Pablo en su carta a Timoteo: “Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero” (6,9-10).

Sin duda tiene razón y se comprueba en las estafas del notario Cabrera y de Don Naza. Hay que ser muy codicioso y estúpido para creer que un negocio lícito pueda obtener tantas ganancias como para rendir el noventa por ciento de interés semanal. Y no tiene perdón hipotecar casas o endeudarse en los bancos para entregarles plata.

Un compañero de trabajo me preguntó sobre una inversión que le daría un inusual porcentaje de ganancia. Le contesté que desconfiara porque el negocio podía ser contrabando u algo similar, que podía perder los ahorros. No eran épocas del narcotráfico. Pero la tentación fue mayor e invirtió. Al poco tiempo me contó que había logrado salvar algo antes de la quiebra del negocio.

No merecen compasión los estafados, porque habiendo antecedentes escandalosos y muy conocidos, la codicia los impulsa a creerse muy inteligentes y pensar que seguramente a ellos no les va a suceder. Pero sí tengo que reclamar a las autoridades que sean enérgicas para castigar a los estafadores.

No hay duda de que la codicia está detrás de quienes cometieron los delitos contra la administración pública, que aprovecharon los altos cargos para llenarse los bolsillos de dinero, que a buen recaudo lo tienen. Porque uno es el problema de la punición que merecen y otro peor es el de la recuperación de lo robado. Para salir de la jaula, los delincuentes tienen el campo abierto de la corrupción judicial y el abuso de las garantías ciudadanas. ¿Cuántos miles de dólares vale un habeas corpus?

Porque entiendo que todo está bien tarifado, incluyendo el desempleo por si alguna vez las autoridades los despiden o los condenan con privación de libertad. Son cifras alarmantes, como la que aparece en el excontralor que pide rebaja de fianza a 14 millones de dólares de los 18 que fijó una juez de la Florida.

El meollo del asunto está en recuperar los centenares o miles de millones robados al pueblo. Es muy difícil hacerlo. Para ocultar el dinero robado organizan redes de empresas domiciliadas en distintos paraísos fiscales, con la ayuda de testaferros de confianza y bien pagados. Recuperar será imposible sin la ayuda de expertos internacionales especializados en estos menesteres. Las autoridades tienen que poner urgencia en la tarea, porque ya estamos viendo también cómo la extradición del jefe de la banda se complicó porque el sujeto se adelantó a conseguir asilo político.

¿Complicidad o negligencia? Difícilmente lo extraditarán porque tiene la protección del Gobierno de Bélgica. Pero sus partidarios en el Ecuador seguirán intentando la amnistía por cualquier medio. ¿Habrá la suficiente fuerza en los poderes del Estado para impedir ese nuevo abuso del derecho?

Otra forma de codicia es la del poder y el ejemplo es el dictador Putin y su vesania destructora que lo asimila a Hitler, el peor asesino de la historia. (O)