Estábamos en plena pandemia (abril-mayo del 2020) los muertos se multiplicaban, los cementerios no tenían capacidad para recibirlos, los cadáveres eran apilados en los hospitales y los que fallecían en las casas eran colocados en las aceras, con riesgo de descomposición. El Gobierno y el Banco Central del Ecuador (BCE) estaban asfixiados de iliquidez, echaban mano a lo que podían, lo que estaba en el Fondo de Liquidez de las entidades del sector financiero privado y del sector financiero popular y solidario (cooperativas y otras) –privado 100%– pasó a la Reserva Internacional, se requirió en el exterior facilidad de liquidez para el BCE, porque no tenía caja para pagos.

Andrés Arauz señala que alguna crítica de él llevó al Banco Central del Ecuador a separarlo, en mayo del 2020, a pesar de que estaba con licencia sin remuneración, con una de las mayores liquidaciones individuales del 2020, por compra de renuncia, en el sector público. ¿Cruel o generosa venganza del BCE contra Arauz cuando a todos los servidores públicos, a más de atrasos en los pagos, se les redujo severamente su remuneración el 2020?

Castigo sí será colocar un cerco de “cuarentena” a los dólares reales, de los que hoy pueden disponer libremente familias, ciudadanos y empresas en el Ecuador; y, además, la apropiación de los dólares en cuentas en el Banco Central del Ecuador, añadiendo la posibilidad de sobregirar las cuentas del Gobierno en el BCE, a fin de emitir moneda, bajo la figura de dinero electrónico, para los mil dólares que ofrece el candidato Arauz a un millón de familias, y para pagar obligaciones del Gobierno, pensiones atrasadas, remuneraciones, créditos de proveedores, por miles de millones de dólares, lo que podrá generar euforias efímeras, similares a las de las fiestas con excesos de alcohol, antes de los “chuchaqui(s)”, los descontroles, la cirrosis y otros efectos.

Entre los dineros que están en las cuentas del Banco Central del Ecuador, de que se apropiaría el Gobierno, alrededor del 50% son de las entidades de la seguridad social y de las entidades bancarias y financieras privadas, cuya liquidez proviene de aportes de sus afiliados, en las primeras, y de depósitos e inversiones de la ciudadanía y de empresas privadas, en las segundas.

Con dinero electrónico sin respaldo, emitido por decisión política de un Gobierno, se habrá acabado la dolarización, sus unidades solo servirían para pagos locales, con el riesgo de generar presión inflacionaria, por el incremento de unidades de pago, aun cuando sean desvalorizadas en relación con los dólares reales.

Como el Gobierno debe hacer pagos al exterior –por importaciones públicas, pagos a contratistas del exterior y a acreedores de deuda externa pública– imposibles de realizar con dinero electrónico, ya se anuncian mayores cargas tributarias, necesariamente en dólares de libres disponibilidad, en castigo a las importaciones, sobrecargas arancelarias y salvaguardias cambiarias, y mayor impuesto a la salida de divisas que, para después de la “cuarentena” inicial, se autorice para pagos específicos, deuda externa privada registrada y otras, a más de elevación del IVA e impuesto al patrimonio. (O)