Es el que transitan los presidentes. Un abismo es el de las carencias de dinero para atender las múltiples demandas que hay que resolver, que es el otro abismo. Los recursos que tiene todo Gobierno son los impuestos y la venta de petróleo y metales que aporta la minería. Este es un quebradero de cabeza, porque se choca con la conservación de la naturaleza y de las comunidades no contactadas de la Amazonía. Incluso se ha formado un frente “antiminería”. El mundo tiene la difícil tarea de disminuir la contaminación del CO2₂ para evitar desastres causados por el incremento de la temperatura ambiental y las inundaciones. En la Costa, estamos muy expuestos. Los asuntos del clima no dependen de un solo país. Tenemos una sola atmósfera para toda la Tierra. Hay que extraer con las más exquisitas protecciones. El petróleo tiene sus años contados y hay que aprovechar sus altos precios. Sin embargo, hay personas respetables que se oponen a estas explotaciones.

Los impuestos son inevitables. Gran parte de nuestra vida de trabajo se la entregamos al Estado. Cuando era ejecutivo, se me llevaba la cuarta parte de mis ingresos por el impuesto a la renta. Y los impuestos indirectos que gravan al consumo son una exacción que nos afecta a todos. También las municipalidades nos meten sus manos en los bolsillos. Alguien decía con razón que solo hay dos cosas inevitables: los impuestos y la muerte.

Todo ese dinero es para pagar lo que el Estado gasta e invierte. Se paga la frondosa burocracia administrativa, los sueldos de médicos y maestros, los de la fuerza pública. Todo el mundo exige, a veces con fiereza. Tienen derecho los maestros jubilados, los médicos, los policías y militares. También paga subsidios a los más pobres. Pero no debe regalar dinero a los contrabandistas de combustibles ni a los que los usan para actividades delictivas. Es insensato defender precios subsidiados a todo el mundo y es bueno focalizarlos.

Caminar por el sendero requiere pericia. Hay que informar al pueblo la verdad de cuánto afecta el incremento del precio de los combustibles en el arroz, en las papas y la leche. El Gobierno debe explicar bien y claro. Debe informar al soberano para que no crea las exageraciones de los políticos que amenazan con la violencia callejera para hacerse populares y tomar el poder. Sabemos en qué termina todo esto. Las ideas marxistas de la dictadura del proletariado por medio de la revolución sangrienta han demostrado su error y fracasado en las sociedades donde se quisieron implantar. Brillantes ideólogos como Lenin justificaron la violencia y el terrorismo para imponer su ideal político. La utopía marxista se quedó allí, como utopía. En los hechos, esos gobernantes tiranizaron al pueblo y asesinaron a quienes disentían. Recuerden la violencia de la URSS, la de China en tiempos de Mao, la Camboya de los Jemeres rojos. En Cuba y en Venezuela está el ejemplo actual de cómo se arruina un país.

Es fácil destruir. Para superar el sendero y llegar a la amplia comprensión entre ecuatorianos hay que dialogar, pero de buena fe, sin prejuicios ni amenazas. Cuando se da la mano, se soslaya el garrote. (O)