De su compositor, Enrique Santos Discépolo (Buenos Aires, 1901-1951) se ha dicho que no componía sus canciones “después de tomarse un par de ginebras” sino que “preparaba sus letras con el buril de poeta, para quien ninguna palabra es igual a otra, aunque se le parezca”.

Cambalache fue la imagen del mundo desquiciado que él percibía, en los años cuarenta del siglo XX. La escribió incluyendo expresiones en lunfardo –tachado de jerga del submundo social, por quienes gobernaban Argentina y sus entornos–. No llegó a imaginarse que el siglo XXI superaría al siglo XX, en aquello de Cambalache.

“(…) El siglo veinte es un despliegue de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcados en un merengue. Y, en el mismo lodo, todos manoseados”. (…) “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,/ ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador/ Todo es igual, nada es mejor./ Lo mismo un burro que un gran profesor./ No hay aplazados,/ ¿qué va a haber?/ Ni escalafón./ Los inmorales nos han igualado”. (…) “Siglo veinte, cambalache problemático y febril./ El que no llora no mama y el que no afana es un gil”. (…) “Dale nomás, dale que va./ Que allá en el horno nos vamos a encontrar./ No pienses más, sentate a un la’o./ Que a nadie importa si naciste honra’o./ Si es lo mismo el que labura noche y día como un buey./ Que el que vive de las minas./ Que el que mata, que el que cura./ O está fuera de la ley”. son versos de Cambalache.

Los abusos desde espacios de poder se multiplican. El enfrentamiento entre la mayoría del Consejo de Participación y la mayoría de la Asamblea Nacional coloca en cuerda floja decisiones y designaciones que no deben tener riesgo de impugnaciones sobre su validez. De ida y venida, las acusaciones de que atrás está la intención de tomarse la Contraloría General del Estado y otras autoridades de control contaminan los procesos.

Alguien expresaba que las acciones constitucionales de recurso de protección, de medidas cautelares y otras, así como los autos y fallos en estos procesos, parece que no se redactan, sino que “se paren con fórceps” –ofendiendo al acto maravilloso del parto, que conlleva la continuidad de la vida–. Los textos de los escritos y providencias, en muchos casos, generan vergüenza y se expiden con tufo de corrupción, siendo que como en el orden jurídico vigente los autos o fallos en estos procedimientos son de ejecución inmediata, no hay suspensión de estos, aun cuando haya apelación e instancia superior, se multiplican posibilidades de extorsión y otros riesgos y precios ilícitos para que se actúe o se omita hacerlo.

El presidente Lasso en forma insistente denuncia que en las asociaciones para delinquir y el crimen organizado están presentes fuerzas políticas, y que estas las protegen. La violencia y los “ajusticiamientos”, rebasan los controles. Normas garantistas en materia penal, aplicadas por quienes tienen temor de riesgos contra ellos, han llevado a preocupantes liberalidades en los procesos penales. Experiencias similares en otros países debemos revisarlas. La consulta popular para obtener definiciones, por el pronunciamiento ciudadano, será positiva. (O)