Y nos llega, otra vez, la hora de elegir alcaldes y prefectos de nuestras ciudades y de nuestras provincias; tremenda responsabilidad después de constatar el fracaso de quienes fueron electos representantes a la Asamblea. Las elecciones de estas autoridades seccionales tienen para los habitantes de ciudades y provincias tanta importancia como las elecciones de presidente de la República; son los alcaldes y prefectos los que tienen a cargo la prestación de los servicios fundamentales; los prefectos, para atender las obras públicas provinciales, principalmente; los alcaldes, para cuidar de la construcción y mantenimiento de las calles, de la provisión de agua potable, de energía eléctrica, de la limpieza y recolección de la basura, y de cooperación a la seguridad en un tiempo en que el asalto, el crimen cunden por toda parte; los alcaldes están más cerca todavía de las necesidades diarias de las personas de lo que puede estar el Ejecutivo nacional o el provincial. Lo ocurrido en las últimas elecciones seccionales de Quito debe ser tomado como un ejemplo de lo que no se debe hacer, porque la administración de la Alcaldía de Quito, estos años, no pudo ser más desastrosa. En la capital proliferaron las candidaturas y los votos se dispersaron entre todas ellas. El vencedor alcanzó una mísera votación y lo propio ocurrió con la elección de concejales que quedaron dispersos entre varias listas de candidatos, con lo que cada decisión a tomar fue materia de negociaciones interminables, de pactos. La votación por el último alcalde no fue ni la mitad porcentual de la que obtuvieron los elegidos en tiempos pasados. Algo parecido ocurrió en la elección de prefecta y consejeros de la provincia de Pichincha. Si a esto se suman las acusaciones, juicios y sentencias contra el alcalde, que condujeron a su destitución, a la paralización de los servicios, de la ejecución de obras, a que ni siquiera pudieran completar la ejecución del presupuesto, tiene que ser esto un llamado a la conciencia ciudadana a seleccionar a sus autoridades por su preparación humana, académica, y no por consideraciones partidarias.

Hay que evitar que se elija a autoridades que buscan constituir a sus instituciones en plazas fuertes para apoyar la elección posterior de autoridades nacionales, de presidentes de la República. En la Prefectura tuvimos a su principal enjuiciada, portando grillete y acogiéndose a una amnistía. Amargas experiencias que deberían servir como lecciones para el futuro, aunque de lo que se conoce, parecería que habrá, nuevamente, multitud de candidatos.

Por lo que hemos visto en estos últimos meses, varias instituciones han sido penetradas por dineros ilegales; un país amigo ha retirado sus visas a generales de la Policía. Esto me recuerda que el mismo país retiró hace algunas décadas su visa a un expresidente de Colombia. Creo que ha llegado la hora, empezando por estas elecciones seccionales, de conformar una comisión internacional, no burocrática, que investigue el origen de los fondos de las campañas electorales. Prevengamos, cuidemos el futuro.

P.D.: Hay que rechazar por ofensivo un mural conmemorativo de la independencia que incluye un grotesco personaje de ficción. (O)