No lo habíamos experimentado desde hace mucho: un aislamiento territorial y vial como en los mejores tiempos de inicio del siglo XX. Sí, un siglo de aislamiento, más o menos, experimentamos los habitantes del Austro ecuatoriano que irremediablemente hemos renunciado al sardónico comentario de contradicción político-ideológica utilizada para combatir a determinado sector: “Pero tenemos carreteras”. Porque ni eso tenemos hoy por hoy, tiempos de inactividad total en la obra pública y aislamiento vial que nos devuelven a la cruda, crudísima realidad resumida en la nostálgica frase del día a día: “Teníamos carreteras, pero”.

La actividad comercial de la pujante Cuenca es posible en gran parte por un cordón umbilical que nos une con el principal puerto marítimo del Ecuador. Este sistema permite un intercambio entre azuayos y la población más próspera del país; una dinámica comercial que genera un sinnúmero de plazas de trabajo, fomenta el crecimiento económico, mengua la movilidad interna… Pero ese cordón umbilical está estrangulado y no permite el flujo con las consecuencias consiguientes que nos dejan a la vera del camino, añorando otros tiempos.

Aunque ha sido catalogada como la carretera más costosa de la historia del Ecuador –y no fue levantada en tiempos revolucionarios–, la vía Cuenca-Molleturo-El Empalme conquista el majestuoso parque Cajas (4.400 metros sobre el nivel del mar), reduce tiempos de desplazamiento, tanto que se vuelve más práctico que el mismo viaje por vía aérea. Como lejana alternativa queda la Cuenca-Zhud-Cochancay-Durán, que casi duplica el tiempo de traslado por la congestión que presenta.

Las poblaciones a lo largo del trazado –antes y después del parque nacional– se benefician del flujo permanente ofreciendo productos y servicios: estaciones de combustible, restaurantes, hospedajes, mantenimiento mecánico, se suman como actividad colateral a las exportaciones, importaciones y comercio en general que a gran escala se fomenta con la Perla del Pacífico. Y, como saben los expertos, la actividad comercial e industrial no es rentable sin vías de comunicación seguras y expeditas.

Desde hace seis meses, la Cuenca-Molleturo-El Empalme empezó con problemas por falta de mantenimiento preventivo. Aunque no es el único, el inconveniente mayor está en el kilómetro 49, próximo a la población Molleturo, donde se han producido dos muertes y una decena de heridos por caída de rocas a la calzada. La decisión salomónica del Ministerio de Obras Públicas, “comandada” por el cuencano Marcelo Cabrera, fue cerrar indefinidamente la carretera interprovincial tras dejar una dudosa declaración de estado de emergencia que no ha podido sostener en la práctica y ha quedado solamente como una burlesca reacción en redes sociales.

Y así hacia el norte, así hacia el sur, así hacia el este, así hacia el oeste. Mientras la actividad empresarial ha incrementado costos en la época más comercial del año, los ciudadanos del Austro seguiremos aguardando por luces certeras para reinsertarnos en el remedo de país, repitiendo, a la vera del desolado camino: “Pero tenemos ministro”. Mientras, sobrevivir nomás nos queda. (O)