Con frecuencia se asevera que los problemas políticos que aquejan al Perú, que han precipitado cambios sucesivos de jefes de Estado, no han impedido que la economía se mantenga boyante, sin reconocer que ese comportamiento obedece a la valiosa contribución del sector agropecuario, que va más allá del escaso 7,4 % de aporte al PIB que se le atribuye, cuando rebasa las dos cifras bajas si se suman la agroindustria y los servicios que giran alrededor de la actividad primaria agrícola tradicional generando 1,8 millones de puestos de trabajo entre enero y octubre de 2022.

Lo dicho es aplicable a otros países latinoamericanos, incluyendo Ecuador, pero en el caso del vecino del sur se debe a exportaciones no petroleras especialmente agrícolas, ganaderas y agroindustriales, teniendo como ejemplo característico lo acontecido con bienes como los arándanos, que llevaron a ese país a ubicarse como primer proveedor a los Estados Unidos en el año 2021 hasta lograr un 34 % de ese mercado con más de 100.000 toneladas por un valor de $ 659 millones.

Otro aportante de divisas ha sido el aguacate o palta, distinguiéndose como mayor vendedor al Viejo Continente, en tanto que el mundo consumió 2′461.000 toneladas entre junio del 2021 y mayo del 2022, siendo EE. UU. el mayor importador, con el 43 %, seguido por Europa, con el 34 %, con una demanda creciente aún insatisfecha bajo fuerte presión de Francia, indiferente de lo que representa la producción de la Unión Europea. Perú le suministra 304.352 toneladas, siguiendo Colombia y Chile, siendo el principal entregador a China, mercado que refleja alzas significativas.

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El sector no se inmuta frente a los vaivenes políticos, mantiene operativa la infraestructura de riego que los Gobiernos han impulsado a pesar de las modificaciones presidenciales, se continúan transformado áreas antes desérticas, como las del norte de Perú, en verdaderos oasis verdes favorecidos por programas estatales de manejo de aguas provenientes de efectivos y aprovechados trasvases. Por otra parte, el segmento privado es sostenido con normas estatales sin segregación de grandes o pequeños, abatiendo complejos incorporando la agricultura familiar en los proyectos infraestructurales y de inversiones.

El Ministerio de Agricultura no ha sido ajeno a la inseguridad política, tanto que se han alternado ocho ministros en un mismo gobierno; Ecuador ha tenido cuatro en 18 meses, pero se ha respetado la estabilidad en organismos técnicos de investigación y manejo fitosanitario, a diferencia de lo sucedido en nuestro medio, en que se han despedido funcionarios con indiscutible experiencia, truncando planificaciones y generando peligrosas incertidumbres.

Ecuador puede seguir los pasos de su vecino. Tiene áreas con influyentes de planes de manejo de agua, los llamados emblemáticos, la mayoría abandonados, inconclusos, convertidos en visibles elefantes blancos, monumentos a la desidia y a la corrupción, que se elevan para el escarnio público en provincias de la Costa y Sierra, a la espera de que Gobiernos con un mínimo de sensatez se decidan a promover el gran cambio a través del aprovechamiento de tantas inútiles inversiones. (O)