Germán Cáceres, el femicida que acabó con la vida de María Belén Bernal y conmocionó al país, está finalmente tras las rejas. Gracias a la cooperación entre la Policía de Ecuador y de Colombia este grotesco caso, a diferencia de tantos otros similares, no quedará ni en la impunidad ni en el olvido.

Si bien la mayoría de ecuatorianos ha celebrado la captura del asesino, varias voces en redes sociales (particularmente en la red social Facebook) expresaron el sentimiento opuesto, manifestando solidaridad con la situación de Cáceres. Una de ellas se lamenta: “Un joven se desgracia la vida por no saber elegir bien a la compañera de vida”, sentimiento que es compartido por otra que dice: “Como madre siento mucho dolor por la pesadilla que está viviendo y todo obligado bajo la decisión de una mujer (...). Dios verá con justicia su caso. Solo tenga fe y esperanza”. Otra manifiesta: “Dios te bendiga, compa, y mucha fuerza por el error que cometiste. Solo Dios sabe por qué lo hiciste y él mismo te protegerá”, mientras que otra afirma: “La muerte no se justifica, pero tampoco se justifica que una mujer que sabe de derecho, que conoce las reglas, esté detrás de un hombre ingresando en las madrugadas a su trabajo”.

Este tipo de comentarios, fáciles de encontrar sea dicho de paso, hacen eco a una narrativa sumamente común en nuestra cultura: la historia de un hombre bueno tentado por una mujer perversa hasta que, en un momento de locura, “comete un error” y la mata. Esta historia es un cliché, apareciendo tanto en noveluchas de televisión barata como en grandes obras como la ópera Carmen de Bizet. El hombre no es realmente el autor del crimen sino una víctima cuya única culpa es un momentáneo lapso de juicio, un “error” causado por las perversidades de una mujer.

En el 2022 se registraron 273 femicidios, convirtiendo ese año en el más violento para las mujeres del Ecuador.

Es esta misma “inversión de culpas” entre hombre y mujer la que asoma su cabeza cuando se les culpa a las víctimas de violación de haber “provocado” a sus agresores, o a las víctimas de abuso doméstico de no haber “tratado bien” a sus maridos. Al igual que en la historia de Adán y Eva, el hombre peca solo porque la mujer pecó primero.

En el 2022 se registraron 273 femicidios, convirtiendo ese año en el más violento para las mujeres del Ecuador. Esta ola de violencia responde a muchos factores, pero sin duda uno de los más importantes es la visión machista que impera en nuestra sociedad.

En cosas grandes y pequeñas y a menudo de forma inconsciente, es bastante común que reforcemos estereotipos que contribuyen a esta cultura de intimidación. Cambiar esta forma de pensar debe ser una de las prioridades de los ecuatorianos.

Concluyo este artículo expresando esperanza de que al igual que el asesino de María Belén Bernal fue capturado, otros femicidios no queden impunes. Que la justicia les llegue a los criminales que acabaron con la vida de Lisbeth Baquerizo, Valentina Cosíos y otras tantas mujeres sin nombre, víctimas del machismo, corrupción e indiferencia que infectan nuestra sociedad. (O)