Mañana, las Naciones Unidas conmemoran el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, donde el esfuerzo y compromiso por proteger al ser humano de las hostilidades más extremas, sean estas provocadas por los desastres naturales o el ser humano, constituyen una responsabilidad moral con la esencia de la humanidad: su dignidad e integridad ante el sufrimiento y la desesperanza.

La incapacidad de los Estados para atender las necesidades básicas de la población bajo su responsabilidad activa la protección humanitaria a partir del respeto a cuatro principios rectores: la humanidad, la neutralidad, la independencia y la imparcialidad; y se apoya en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Humanitario. Su eficacia depende del consentimiento de los Estados para tener acceso a la población vulnerable, garantizando la protección de la operación humanitaria.

La asistencia humanitaria necesita integrar innovaciones sociales que faciliten la transición de la ayuda humanitaria hacia la recuperación y desarrollo de capacidades que permitan a la población asistida crear su sustento sostenible...

De acuerdo con el informe sobre el Panorama Global Humanitario de 2022, la confluencia de la inestabilidad y los conflictos políticos, el aumento de los niveles de desplazamiento, el cambio climático, las catástrofes naturales y los efectos persistentes de la crisis sanitaria han provocado el aumento de las necesidades básicas para sobrevivir reflejadas en el crecimiento de la pobreza extrema. “En el presente año, 274 millones de personas necesitarán asistencia y protección humanitaria. Las Naciones Unidas y las organizaciones asociadas se proponen ayudar a 183 millones de personas que se encuentran en una situación de mayor necesidad en 63 países, lo que requerirá 41.000 millones de dólares”.

Las regiones que registran más necesidades humanitarias son: Oriente Medio, el Norte de África, África Occidental y Central. Una alerta importante ocurre con América Latina, donde hace cinco años Haití era el único país de la región con un programa de asistencia humanitaria, pero en los últimos dos años se han integrado cinco países: Colombia, Venezuela, Guatemala, Honduras y El Salvador. El deterioro de la situación humanitaria se evidencia en los alarmantes niveles de hambre y pobreza extrema, desempleo, inseguridad, migración y conflictos políticos y armados prolongados. El plan de respuesta humanitaria para la región registra una población necesitada de 27′900.000, se espera asistir a una población meta de 13′400.000, con un financiamiento que asciende a $ 1.692′700.000. El sector privado juega un rol crítico para movilizar recursos, al tiempo que se espera del sistema humanitario multilateral menos burocracia y mayor eficacia.

La asistencia humanitaria necesita integrar innovaciones sociales que faciliten la transición de la ayuda humanitaria hacia la recuperación y desarrollo de capacidades que permitan a la población asistida crear su sustento sostenible, fortaleciendo así un principio fundamental del derecho humanitario: el principio de autonomía, que estimula la participación activa de la población para salir de la pobreza desde el propio esfuerzo social. El espíritu humanitario guarda una sabiduría práctica: aliviar el sufrimiento de la dignidad quebrantada que debe ser reconstruida a través del valor de la vida. (O)