Tema de hoy y siempre, por eso expresiones como “la deuda histórica”. Cifras en este Gobierno. La deuda interna ha bajado en 2.700 millones (de 28.537 a 25.77 millones), mientras la externa ha crecido en 1.600 millones (de 45.388 a 46.991 millones). En total estamos hoy 1.159 millones menos endeudados que hace 15 meses. Es sano, porque cuando uno está muy endeudado, lo sensato es disminuirlo.

Algunos dirán: “ese es el problema: nos hemos dedicado a pagar deudas, cuando hay tantas necesidades no atendidas”. En realidad ese no parece ser el caso. Sin entrar en exceso de detalles, vemos por ejemplo que de enero a julio, en 2021 el Gobierno Central había gastado 9.767 millones, mientras en 2022 alcanza los 10.236 millones. El gasto, sin incluir pagos de capital de la deuda, creció en alrededor del 5 %. Y quizás alguien insista: “¿entonces por qué hay tanta queja de que no se observa obra pública u otras acciones estatales importantes?”. No tengo respuesta, pero probablemente es un tema de mala priorización y baja eficiencia (baja inversión, altos sueldos). Parecería hemos disminuido el endeudamiento (aunque insisto la deuda externa ha aumentado un poco) no a base de dejar de gastar, sino por el aumento de ingresos, en particular los petroleros por los elevados precios del crudo, que han pasado de 834 millones en los 7 primeros meses del 2021 a 2.275 millones en el mismo periodo del 2022. ¿Es sano haber destinado algo del excedente petrolero a pagar deudas? Sí, lo es, aunque una parte también se fue en pagar importaciones más caras de combustibles.

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Veamos la situación frente a nuestros tres grandes acreedores externos, teniendo en cuenta que el año próximo necesitamos $ 8.000 millones de financiamiento.

Objetivo: política fiscal de equilibrio para bajar deuda sin sacrificar prioridades internas clave.

Uno, los organismos internacionales. Han mantenido su apoyo, en particular alrededor del acuerdo con el FMI que vence en diciembre 2022. Ojalá se negocie uno nuevo, porque las condiciones son atractivas y los condicionamientos relativamente manejables.

Dos, el sistema financiero privado internacional. Se renegociaron en agosto 2020 los aproximadamente 18 mil millones en bonos, actualmente no pagamos casi nada de capital y solo intereses recortados. Es positivo, pero recordemos que hacia 2026/2027 los pagos empiezan nuevamente a crecer (lentamente) y para eso debemos estar preparados. Y con ellos no podemos endeudarnos más, porque con el riesgo país en 1.700 puntos, nos cobrarían tasas astronómicas.

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Tres, la China. Finalmente se concretó (¿o aún está por concretarse?) la renegociación. Resultados limitados, pero probablemente era lo alcanzable … ¡la China milenaria cuida bien su dinero! Las tasas de interés se han rebajado en 0,5 % lo cual es poco, pero el 6,5 % que fue carísimo durante una década de bajísimos intereses mundiales, ahora ya parece razonables a medida que suben las tasas en el mundo. Y los pagos de capital se han ‘retrasado’ tres años. Positivo, pero teniendo presente que hacia 2025 estos pagos vuelven a la normalidad. Y ¿más deuda con China? Mejor no.

Objetivo: política fiscal de equilibrio para bajar deuda sin sacrificar prioridades internas clave. Difícil, porque siempre hay nuevas presiones de gasto, pero posible si recordamos el Estado (mal)gasta $ 100 millones diarios. (O)