La reciente final de la Copa del Mundo fue un preludio de cómo debemos asumir el 2023. Tanto en lo global como en lo local, el nuevo año agrega nuevos desafíos a los no resueltos, así como trae oportunidades que debemos aprovechar. Será un año que obligará a todos, Gobierno y sector privado, a llevar al máximo su desempeño y su capacidad de innovación. Veamos por qué:

El crecimiento global de la economía en el 2023 (1,7 %) sería menor aún que el del 2022 (2,6 %) (The Economist). Este descenso estaría motivado por el débil crecimiento previsto para las economías de los Estados Unidos y China, y por la inminente recesión en que caería Europa. La dilatada guerra Rusia-Ucrania prolonga la escasez de gas y los altos precios de la energía (combustibles), granos básicos, fertilizantes, etc., en el Viejo Continente. Nótese que Estados Unidos, China y Europa son los principales destinos de las exportaciones ecuatorianas.

El ritmo de reactivación económica global se avizora lento. Las tasas de interés no bajarían mientras la inflación permanezca en los niveles actuales. Al respecto, y además de los altos precios de los fertilizantes ya anotados, las sequías en Argentina, Estados Unidos y Europa occidental mantendrían al alza los precios internacionales de soja, maíz, cebada, sorgo, etc.

En este contexto, en el 2023, las exportaciones ecuatorianas encontrarán contraídos sus mercados, y a esto hay que añadir una creciente competencia. El débil crecimiento global vendría acompañado por mayor concentración del ingreso, pues los generadores de ventaja (inteligencia artificial, clústeres sofisticados de tecnología, dinero para investigación y desarrollo, etc.) están concentrados en muy pocos países. Por otro lado, los costos de transporte marítimo de contenedores disminuyeron durante el 2022. Esto devuelve competitividad a las exportaciones de competidores del Lejano Oriente y África oriental en los mercados de Estados Unidos y Europa.

Que la cooperación público-privada se innove para atender simultáneamente asuntos clave en lo externo e interno. Que la anunciada apertura de nuevos mercados, vital para la supervivencia y/o crecimiento de importantes sectores exportadores, sea acompañada por programas concretos y urgentes para aumentar productividades y reducir costos. Que, tras el anunciado acuerdo con China, se den planes inmediatos de soporte al empleo en riesgo en la industria nacional. Que se pueda evitar la inminente disminución de la producción anual de maíz, pues las importaciones que compensarían las menores cosechas encarecerían el costo de la proteína de pollo, poniéndose en riesgo la seguridad alimentaria de los más pobres.

Hay más urgencias, todas importantes, todas desafiantes; sin embargo, hay que ganar esta final. Para ello, que se renueve la fe entre los jugadores llamados a jugar el partido y que puedan constituir un equipo ganador. Que se articulen con claridad los planes y acciones que nos llevarán al triunfo pendiente, al del crecimiento económico con progreso social. ¡A la cancha, a ganar! (O)