A un día de que termine el 2021 –año de cambio de Gobierno como la principal novedad para Ecuador–, las expectativas que nos venimos planteando en diferentes ámbitos de la vida se vuelven vertiginosas y urgentes.

¿Estamos, por ejemplo, listos para las reformas que en el ámbito económico se aprobaron en una descuidada, cuestionada y negligente Asamblea Nacional? Quizá sea la sorpresa más representativa que nos traiga el flamante 2022 para una sociedad no menos descuidada y perdida en la vertiginosidad de las redes sociales, el like y el reposteo como lo más avanzado en la discusión contemporánea del manejo de lo público.

El proyecto de Ley Orgánica para el Desarrollo Económico y Sostenibilidad Fiscal tras la Pandemia COVID-19 –pomposo nombre como los de los proyectos presentados por el exministro de Moreno y ahora empleado del Banco Mundial– entró en vigencia sin una sola coma modificada en un ‘descuido’ de los opositores y, lo que es peor, sin haber sido sensatamente analizado por el pleno de la Asamblea Nacional. El cambio más profundo será en la forma de pago del impuesto a la renta para personas naturales: el porcentaje de tributación pasa de ser de hasta el 35 % hasta el 37 %. Esa es la tónica del proyecto que se complementa con otros pasos sobre el tablero económico.

Y del campo económico, al político: en el año 2022 se debe renovar o designar a los titulares de entidades de control como Defensoría del Pueblo, Contraloría, Consejo Nacional Electoral, Tribunal Contencioso Electoral y la Corte Constitucional. Estos espacios son fundamentales para la democracia, y por ello mucho más para los partidos y movimientos hacerse con sus direcciones. Sin mucha expectativa en la Asamblea –la designación de las autoridades de control está en manos del Consejo de Participación Ciudadana– el panorama es más desalentador: el CPCCS está amenazado, desprestigiado, desfinanciado y hundido en sus propios errores que minaron la poca credibilidad que le quedaba. Es decir, nuevamente todo será cuestión de componendas, ofertas, negociaciones al estilo toma y daca. Y muy probablemente todo se zanjará con un tiktok desde Carondelet, con un presidente triunfante rompiendo tendencias. Y cuando intentemos despertarnos del chuchaqui moral, ¡pum! Las elecciones seccionales con miras al 2023, donde seguramente todo se reeditará en favor de mantener el poder local. Hasta aquí solamente un botón de muestra.

Lo pendiente: también apunta a los perdedores del 2021, es decir, a la Asamblea Nacional. El caso de los papeles de Pandora se ha diluido en el inmoral manoseo político y complaciente con el poder, porque más allá de que haya entregado sus empresas fantasmas a sus familiares antes de ser candidato, está el hecho mismo de evadir impuestos sacando todo el dinero bien habido a paraísos atractivos para el bolsillo privado.

¿Y las matanzas crueles en las cárceles durante los gobiernos de Moreno y lo que va de Lasso, que son como el mismo? Es esta la deuda pendiente más profunda con los derechos humanos que los ecuatorianos no debemos dejar pasar.

Así se viene el año. Enterito. (O)