Diciembre, mes de esperanza y fe, de alegrías y sueños recordando que “el Verbo se hizo carne” y desde ese instante maravilloso el mundo celebra ese día grandioso y nos regocijamos en el Adviento para el advenimiento del Niño Jesús.

La humildad se hizo ejemplo, el amor cubrió de gloria al mundo, los más pobres fueron primeros en ver el milagro y los grandes se arrodillaron y adoraron al Niño. La protección vino de lo alto para que la Palabra se cumpliera, y el Hijo de Dios fue el ejemplo, el Maestro, el pastor, para el mundo; nuestro guía y nuestra salvación. En este mes bendito, nos toca reflexionar sobre nuestras acciones y comportamientos, hacia dónde vamos y qué podemos hacer para cumplir y ayudar al que más necesita. Orar por el bienestar de nuestra nación, porque son muchos los males que aquejan, son momentos difíciles para todos, ya sea la epidemia del COVID, la delincuencia, el crimen organizado, el tráfico de drogas; la ambición al poder no permite consenso para unirnos y salir adelante, la discordia, olvido de valores fundamentales, del respeto, solidaridad, bondad, bien. Tenemos que recordar cuántos niños huérfanos hay, no tienen comida, amor; a las madres que perdieron hijos; el desempleo que mantiene en pobreza extrema a gran número de ecuatorianos.

Aunemos esfuerzos para que el año 2023 venga mejor. Empecemos con la educación, sea la base para niños y jóvenes, nadie se quede sin estudiar; el deporte, las artes, aumenten en colegios, escuelas para encontrar talentos. La educación permite convivencia en paz y progreso. Una juventud preparada con metas será líder, orgullo de familias y nueva patriota que se mantendrá vigilante de su patria. Sembremos bien para que la cosecha sea abundante..., y se escuchen campanas de alegría; es que la Navidad se acerca recordando el nacimiento del Hijo de Dios. (O)

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Alicia Carriel Salazar, Guayaquil