Siempre es útil conocer cuántos más o menos contagios hay y cuántas (lamentablemente) muertes se producen por contagios de COVID–19.

¿Versus qué comparo el actual nivel de contagios? ¿Hace un año se testeaba como ahora? ¿Hace dos años existían pruebas de antígenos a la mano de todos? La lógica hace pensar que cuanto más testeo, hay más probabilidad de encontrar contagios. El porcentaje de contagios no me dice nada, más allá de comprobar que somos desordenados, no nos cuidamos y que se desató una nueva variante más contagiosa. Debemos cuidarnos, mantener distancia, usar mascarilla; punto. ¿No sería útil de parte del Gobierno (que acertadamente decretó la vacunación obligatoria), y desde los GAD, mostrar a la población con el mayor realismo que más del 70 % de las personas que se contagian ocupan camas en UCI, descalabran nuestro ya malherido sistema de salud, infectan a inocentes y mueren, son personas sin vacunas o sin el esquema completo de vacunación? Históricamente hemos sufrido de ‘mala praxis’ comunicacional (deliberadamente o por impericia) por los gobiernos, y pareciera que esta vez se repite. El Gobierno nacional y los seccionales, si están (como estoy seguro que así es) interesados en frenar los contagios, deben concentrarse en vacunar, vacunar y vacunar. Las personas con vacunación completa y refuerzo de dosis en su amplia mayoría tienen un impacto bajo en sintomatología y su recuperación no pasa de 8 a 10 días. Ciertamente el contagio ‘no será gratuito’, hay secuelas como en cualquier infección, (y probablemente alguna más grave) no terminará en la muerte. Los otros, que voluntariamente, por ignorancia o falta de acceso no se vacunan, están comenzando a colapsar el sistema sanitario. Entonces, ¿dónde deberían poner foco nuestros mandatarios?, ¿en restricciones por las que las pymes nuevamente están cerrando y los niños y jóvenes siguen perdiendo horas valiosas de escolaridad, o en vacunar a los más de 4 millones de ecuatorianos sin ninguna o solo con una vacuna? Antes de las vacunas, las restricciones eran el medio para morigerar los contagios; con las vacunas la solución no puede ser igual. Bien decía el sabio: “Si hacemos siempre lo mismo, no pretendamos resultados diferentes”. (O)

Sergio Fernández Lugea, Guayaquil