Con bombos y platillos se anunció la destrucción de gran número de armas incautadas en el pasado año por las fuerzas del orden. Esto, realizado con ayuda de los hornos de acero del Ecuador, incinerando estas armas.

Sin embargo, a nadie aparentemente se le ocurre que hay otros caminos, otras ideas igualmente válidas. Las armas no son gratis, especialmente las de buena marca que tienen precios altos, especialmente en un país donde existe una producción limitada, las nacionales son en su mayoría de producción artesanal. ¿No sería mejor premiar a los comerciantes, a quienes pagan impuestos con los que se paga a militares y policías, entregando armas para que puedan defenderse y mantener sus negocios? Esto puede ir acompañado del requisito de un curso para tenencia como porte de armas realizado previamente al recibo de estas armas. En una situación extremadamente difícil, con ausencia total de seguridad, con ofertas de campaña inconclusas, palabras, tan solo palabras, ¿quién defiende a nuestros ciudadanos?... ¡No más palabras, se necesitan acciones! (O)

Raúl González Tobar, Manor, Georgia, EE. UU.