Desde finales del siglo XIX la temperatura media del planeta ha ido en aumento en 1.1°C, ya para el año 2021 según el 97% de los científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas ha considerado el calentamiento global como el producto de las actividades humanas.

Para el 2050, según la ONU, la población urbana en América Latina y el Caribe ascenderá al 81 %, significando la consolidación de un fenómeno expuesto desde 1960; la ‘isla de calor’, que hace referencia a un territorio urbano con altas temperaturas por el predominio de la infraestructura gris. Lo que significa que para el año 2100, el 75 % de la población mundial estará expuesta a letales olas de calor si no se realizan reducciones en la emisión de CO2. Una estrategia adoptada en Europa (aproximadamente 220 urbes) para reducir el impacto de la isla de calor, es la incorporación de infraestructura verde a través de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), cuyo objetivo es mitigar el cambio climático, mejorar la calidad del aire y la movilidad urbana sostenible, logrando reducir hasta el 30 % los gases de efecto invernadero. Desde el 2018 en América Latina estas estrategias se presentan a través de una movilidad condicionada a los vehículos motorizados, siendo Medellín, Colombia, ciudad pionera con su proyecto Zonas Urbanas de Aire Protegido (ZUAP), seguidamente de Lima, Perú, con Ciudades Modelo en Bajas Emisiones de Carbono. En Ecuador, la zona regenerada del centro histórico de Portoviejo se ha consolidado como una ZBE, repotenciada mediante infraestructura verde nativa de capacidad permeable y de belleza escénica. Las ZBE son aliadas para afrontar el cambio climático, contribuyen a crear dentro de las urbes lugares más saludables, verdes, frescos, biodiversos y descontaminados; son un instrumento que permiten construir ciudades más vivas y más resilientes. (O)

Alberto Mendoza Reyes, arquitecto, Portoviejo