El país nuevamente atravesó una crisis, más corta pero similar a la pandemia del COVID–19, aunque durante esta todos cerramos filas para afrontarla, en tanto que el paro fracturó más a la sociedad de lo que se encuentra rota por su propia naturaleza.

Pese a todo, existe un concepto de país que puede superar escollos que serían insalvables si prosperan criterios desorbitados como el separatismo, lo cual felizmente consideramos que es producto de mentes en franco deterioro. En el paro se llegó a un acuerdo porque ambos lados estaban agotados y al sector protestante se le estaba escapando el control del movimiento social, desde que muchos aprovecharon para destruir la propiedad, robar, cometer homicidios. Estos movimientos no son motivados por capricho sino por el deterioro de la economía popular al faltar la inversión pública para impulsar actividades en el sector privado, que propicien la capacidad adquisitiva en la población. Lamentablemente están administrando el país con criterios financistas de ahorrar, pagar deudas que podrían prorrogarse, sanear la economía, etc., sacrificando la inversión social en servicios de salud, educación, seguridad, obras públicas y otras necesidades de las mayorías cada vez más deterioradas en calidad de vida, lo cual provoca estallidos sociales. Los sectores dominantes no terminan de comprender que lo único que los puede evitar es una política socioeconómica más productiva y equilibrada invirtiendo en el desarrollo del país. (O)

Jorge Franklin Chambers Hidalgo, abogado, avenida Samborondón