El domingo 1 de agosto de 2021, un columnista escribió en la página de Opinión de Diario EL UNIVERSO: “Para generar hidroelectricidad se represa un río, con lo que se interrumpe la vida en este: el migrar de peces, las periódicas inundaciones y fertilización de las riberas. La presa Daule–Peripa significó la disminución del caudal del Daule, hoy el agua del golfo avanza río arriba, se forman islotes, hay menos pesca”. Con todo respeto, hago una observación relevante, pues trabajé 12 años en Cedege y formé parte del equipo técnico que realizó la formulación y evaluación final del proyecto de propósito múltiple Daule–Peripa, y efectuó su presentación al BID para su financiamiento, logrando 50 años de plazo, 10 años de gracia, un 1 % de interés durante el período de gracia, y 2 % de interés para los 40 años de amortización.

El proyecto se planteó, en primer lugar, para corregir la irregular distribución del agua en el espacio de la cuenca del río Guayas: 3.000 mm de pluviosidad en Santo Domingo, 1.000 mm en Guayaquil y tan solo 50 mm en Salinas; y la mala distribución del agua en el tiempo: 4 meses de lluvias en el invierno y 8 meses de sequía en el verano, y con ello lograr una serie de beneficios para el desarrollo agrícola, control de inundaciones, agua para las poblaciones, energía hidroeléctrica, entre otros beneficios. Es cierto que la presa Daule–Peripa disminuyó el caudal del río Daule, pero solo en los meses de invierno cuando el excesivo caudal de agua que producía perjudiciales inundaciones, se retiene y acumula en el embalse; mientras en los meses de verano aumenta el caudal de agua del río, cuando esta escasea. Hay que recordar que ya no se producen las inundaciones de todos los años en el valle del Daule, y que los 5 metros cúbicos por segundo que el río Daule llevaba como caudal frente al sitio La Toma en los meses de estiaje del año 1968, y los serios problemas que tuvo la planta de tratamiento para producir agua potable para Guayaquil; ahora, Daule–Peripa asegura todo el verano un caudal mínimo de agua dulce de 120 metros cúbicos por segundo, y este mayor caudal también empuja la entrada de agua salada del golfo, que penetra con la subida de la marea. Los agricultores del valle del Daule pueden realizar el riego sin perjuicio de la salinidad y la planta de tratamiento tiene asegurada agua cruda pero dulce para potabilizar. (O)

Hermes León Mora, economista especializado en Evaluación Social de Proyectos, Guayaquil

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Respuesta de columnista

El lector describe los efectos positivos del proyecto, y los tiene, yo no los impugno. Yo solo destaco que las represas tienen un impacto ambiental, lo cual el lector no lo refuta. Las inundaciones son un problema para los pobladores, pero fertilizan las riberas del río. (O)

Walter Spurrier Baquerizo, economista, columnista de opinión, Guayaquil