Hoy se celebra el Día del Maestro del Ecuador, en medio de una incertidumbre por la negativa del Gobierno nacional a brindarle mejores condiciones de trabajo y mejor emolumentos por su sacrificada labor que redunda en beneficio de la eficaz educación de los niños y jóvenes del país, que requieren enseñanzas y asesoramientos a fin de lograr una moderna preparación y convertirse en personas de bien.

El maestro ha sido vejado en los últimos años por el Estado, desde las altas esferas gubernamentales, con medidas retrógradas como, por ejemplo, pretender que regrese a las escuelas unidocentes, donde un profesor esté a cargo de siete grados de la enseñanza primaria, en locales desprovistos del material e insumos tecnológicos como requiere una educación más científica. Lo que debiera hacer es modernizar las infraestructuras y dotarlas de equipos con avances tecnológicos. Aparte de ello, el Ministerio de Educación no se preocupa de capacitar profesionalmente para que brinden a sus discípulos una instrucción acorde con los adelantos de las ciencias y los valores morales, y los conviertan en profesionales bien preparados, éticos, para enfrentar los retos que les presenta la sociedad.

El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social también atenta contra los derechos laborales del magisterio cuando no aplica los cálculos legales para fijar las pensiones de los jubilados, y les retiene la devolución de los fondos de reserva pagados indebidamente durante una década.

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No faltarán en este día los discursos vacuos de halagos e hipocresía del Gobierno como de ciertos dirigentes sindicales que tampoco se preocupan de la real situación de los maestros, pues solamente quieren réditos políticos para sus ambiciones personales y demagógicas. (O)

José Ignacio Gorotiza Véliz, educador y periodista, Guayaquil