En el Ecuador entramos a la temporada de las tan anheladas utilidades (o monto que cada año reciben los trabajadores de acuerdo con las ganancias generadas en el ejercicio fiscal anterior de las empresas), sin embargo, recordemos que recién estamos saliendo de un año más, pandémico, por el coronavirus (COVID–19) donde murieron seres queridos, y murieron o quedaron debilitados muchos negocios.

Es importante que el trabajador no cuente con un valor imaginario y atractivo de utilidades ni peor anticiparlas con tarjetas de créditos, ya que luego vendrán los contratiempos financieros y andaremos demacrados pensando en cómo vamos a cubrir el ‘bache’.

El siguiente desafío para este año es el efecto de la guerra entre Rusia y Ucrania que termina afectando nuestras exportaciones no solamente por la compra de nuestros productos, sino por el costo de sus fletes marítimos. Esto nos obliga como ecuatorianos y como país a ser más cautos en nuestra economía.

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Tanto en nuestras finanzas personales y como Estado, debemos buscar subir las reservas de libre disponibilidad para atender los futuros desastres naturales, ya que vivimos en medio de 84 volcanes, subducción de placas tectónicas, fenómeno cíclico de El Niño y, por consiguiente, sufrimos por las inundaciones.

A nivel de educación financiera, y por naturaleza, debemos ahorrar y ser mucho más precavidos. Cualquier pequeño excedente a nivel personal, o de Estado como la subida del precio del crudo, tiene que ser analizado su uso correcto.

A nivel de política externa, lo más prudente es mantenernos neutrales, buscando siempre que el conflicto se resuelva por la vía de la democracia para el bien de la humanidad. (O)

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Pedro Gunnar Lundh Iturralde, licenciado en Ciencias de la Comunicación, Guayaquil