La despenalización del aborto en el caso de violación, e incesto o en cualquiera, excepto el natural, significa la sentencia de muerte de un ser humano inocente que no puede defenderse.

La sociedad no debe aceptar la muerte como una solución a la maldad.

Entonces, ¿pena de muerte tendría que aplicarse también a los violadores, y a las personas que después de tener relaciones sexuales consentidas buscan el aborto como una solución al ‘problema’ (es así como lo mal nombran)?

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Problema es someterse a un aborto que muchas veces tiene consecuencias irreversibles a futuro, en la salud, como es la impotencia de procrear, afectaciones psicológicas, etc.

En otras sociedades como la musulmana, imponen al violador el castigo de la castración.

Existen soluciones. La de dar en adopción al niño, es una. Otra sería recurrir a las Organizaciones no Gubernamentales -ONG- que ayudan a la niñez y a sus padres, como Compassion International en donde laboré, y también instituciones como son las Siervas de María, de la ciudad de Quito, en donde fui director del voluntariado y testigo de la abnegación de servicio de estas hermanas al cuidar de los enfermos y al ayudar a muchas jóvenes embarazadas desprotegidas.

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También la Organización de los Estados Americanos, donde trabajé, no tiene en su Carta de la OEA ni en la de los Derechos Humanos, leyes que permitan matar a un ser inocente que no pueda defenderse, más bien protegen la vida del ser humano desde que se lo engendra.

Cuando voy caminando por la calle y miro los edificios públicos, junto a los logos de cada una de dichas instituciones hay una frase que dice lo siguiente: “Ecuador ama la vida”, lo cual no concuerda con despenalizar el aborto que es una sentencia de muerte. (O)

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Fernando Hafiz Benalcázar Buitrón, Quito