Desde hace algunos años se implementaron en varias carreteras del país los paneles (radares) fijos, que desde mi punto de vista ayudan a las personas que tomemos conciencia para cumplir los límites de velocidad al conducir vehículos, como lo establece la ley.

En mi caso soy muy respetuoso de la medida y aprovechando la tecnología, cada vez que salgo de viaje utilizo en el vehículo el sistema de velocidad crucero, que fija la velocidad máxima a la que se puede llegar durante el viaje. A pesar de esto, en mayo recibí tres citaciones de que había excedido el límite de velocidad, y con fotos en las cuales no se detalla el lugar ni la velocidad a la que supuestamente yo iba, por lo que realicé una impugnación sin tener hasta la fecha respuesta. En junio he vuelto a recibir otra multa del 15 de mayo, por exceso de velocidad en una carretera que no he transitado. Queda claro que algo no está funcionando bien con estos sistemas y pido a los medios de comunicación y las autoridades que investiguen estos hechos, porque no está bien que mecanismos disuasivos se conviertan en medios de recaudación o captación de recursos. Controlar que los conductores no excedan los límites de velocidad es buena medida, pero la confianza y credibilidad se pierden cuando existe la posibilidad de abuso de autoridad y entramos en la dinámica de nuestra palabra contra la de ellos. Lamentablemente parece que en Ecuador no estamos preparados para este tipo de sistemas que tienen alto grado de discrecionalidad y han sido cuestionados incluso en países desarrollados. He escuchado a mucha gente quejarse del peaje en la carretera a la península de Santa Elena, pero no se compara con esto y si no se revisa y controla con transparencia será molestia constante para usuarios. (O)

Carlos Fernando Miranda Icaza, máster en Administración, avenida Samborondón