Hombres de elevado pensamiento, dignatarios de instituciones, educadores, periodistas, ciudadanos de las diversas esferas sociales, especialmente el pueblo que integra la base popular ecuatoriana; claman por la paz.

Una población inteligente inspirada en los anhelos morales, es la más grande energía de todo Estado. Un gobierno por fuerte que sea, por prudente en el uso de la fuerza, no puede hacerlo todo en un complicado país como el nuestro. El Gobierno tiene urgente necesidad de que le ayuden todas las energías morales e ideológicas del pueblo, y no será posible el ambiente de libertad y el concurso creador y humano para una vida mejor sino no se procura el imperio de la verdad, sinceridad, justicia. Todo silencio premeditado y mal intencionado no hace sino ir acumulando el odio y las amarguras que terminan, a lo largo, por el asalto demagógico, atentado terrorista, crímenes y represalias. Necesitamos serenarnos, mirar el conjunto y la profundidad de los problemas. Si los partidos políticos estudiasen a fondo el problema nacional construirían riquísimos temas para útiles escritos y conferencias, reuniones para la trascendental y sana actividad cívica. Nuestro pueblo debe someterse a la disciplina nacional, no exigir todo al mismo tiempo. El progreso tiene que ser gradual, tenemos que conquistarlo. Es la gloria del hombre mejorarse por el propio esfuerzo, obtener todo sin esfuerzo será lo más trágico. El Ecuador enfrenta una grave situación, es hora de que los ecuatorianos adquiramos plena responsabilidad, hagamos un paréntesis al odio, ambiciones y unamos esfuerzos para levantar nuestro entusiasmo cívico y cumplir aquello que han cumplido los grandes pueblos ante las grandes crisis, dominar con la voluntad los obstáculos que se oponen a la gloria y autonomía de la patria. (O)

Ruth Matilde Altamirano Silva, licenciada, Quito