El señor Lasso para ganar las últimas elecciones presidenciales tuvo que ofrecer un aumento gradual al SMV de $100 hasta finalizar su periodo. Esto, fuera de la realidad económica del país. Ya es presidente, a buena hora, hoy carga sobre sus hombros el desgobierno de Correa, este tampoco quiso cargar con su irresponsabilidad como gobernante y dejó a Moreno.

El Gobierno actual tiene graves problemas: empleo, inseguridad, ausencia de política de planificación familiar jamás puesta en práctica, una inmensa ciudadanía que no colabora y otra carente de educación social y cívica, problema de la seguridad social (IESS), actual boicot para destruir la Función Ejecutiva y la Legislativa. La falta de empleo debería ser la causa central de los males del Ecuador, lastimosamente es un tema muy complejo, pero el Gobierno debe asumirlo con valentía y a cualquier costo. El ministro Donoso y un pequeño grupo de ciudadanos han propuesto soluciones para crear empleo, tiene propuestas de mal gusto para muchos; la otra opción sería vivir sin la justa proporción que debe existir en la creación anual de empleos que necesita el país. El Gobierno sabe qué cambios hay que hacer para abrir puertas al empleo y que el empresario pierda temor a tener un empleado. El Gobierno debe decir lo que está pensando, qué soluciones propondría para que la opinión pública se pronuncie, y luego tomar la decisión adecuada; para eso está proponiendo lo que denomina una ley de inversiones. La consulta popular para este tema sería un fracaso.

El IESS es un superorganismo, es la segunda patria de los trabajadores, hoy en quiebra por no ser manejada por personas doctas en administración. ¿Dónde están los administradores? El actual director del IESS, señor Cepeda, nos habla de muchas denuncias que tiene presentadas contra servidores de la institución en todo el país y anuncia su temor de no ser oídas, y que hasta un vendedor de cebiches o personas de esa esfera comercial, están registrados como proveedoras de medicamentos. El poder de los empleados del IESS a través de muchas organizaciones sindicales ejercen una dictadura dentro de la institución. Así, las cosas no funcionan. (O)

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Rafael Mendoza Avilés, abogado, avenida Samborondón