Tan sencillo como esto: no tenemos identidad. Además, qué fácil es escribir luego de que “todo ha pasado”. Lo único que ha sucedido es que luego del marasmo en que vivimos como país después de esos fatídicos dieciocho días del paro nacional, vimos una pequeña luz detrás de una de las puertas pequeñas que se abrían y por allí sacamos la cabeza y nos fuimos.

Conclusión, no existe solución definitiva al problema que vivimos, por lo menos hasta ahora. Ha sido solo un retoque leve que luego se irá asentando con el tiempo y hoy es más corto que antes para que explosione de nuevo. Pensemos bien, nadie está satisfecho, solo es placebo lo acordado. Lo dijeron en su momento Osvaldo Hurtado y León Febres–Cordero (ex presidentes del Ecuador), “este país es ingobernable”; y la razón es simple, ya que lo que hemos hecho a través del tiempo es copiar lo que nos ha parecido bien, y si me preguntan cuál es la solución, yo como todos no la sé ni la conozco, tanto es así que al momento de escribir esta carta estoy escuchando a Bob Dylan, que aparte de cantar feo no le entiendo lo que dice. (O)

Luis Eduardo Rosero Cruz, ingeniero mecánico, Guayaquil