Anoche tuve una horrible pesadilla. Desperté asustado, con el corazón queriendo salirse del pecho y empapado el cuerpo con el sudor de la angustia.

Soñé que vivía en un país ocupado por narcodelincuentes y ladrones que hacían todo lo malo que se les ocurría. La gente prefería no acudir a las playas por miedo a encontrarse con violentos disparando. Los negocios cerraban para no pagar a los delincuentes las ‘vacunas’ (o la protección que les den estos) y evitar el vandalismo. Las personas ya no querían ir a comer al restaurante por temor a ser asaltadas. Los hombres ya no querían salir a pasear por temor a perder su celular y la billetera, máximos galardones de la codicia rateril. Las mujeres ya no querían salir de compras por miedo a que les roben su dignidad y la cartera. Los padres no querían dejar salir a sus hijos para evitar que se encuentren con balas perdidas disparadas por sicarios sin puntería y sin temor a Dios. Las familias temían toparse de frente con cochesbombas que explotan en cualquier lugar. Los habitantes estaban presos en sus propias casas, víctimas de un miedo cerval. ¡Qué susto! Menos mal que solo fue... ¿una ‘pesadilla’? (O)

Gustavo Antonio Vela Ycaza, doctor en Pediatría, Quito