La sugerencia de reforma de ley que interpuso la Alcaldía de Guayaquil sobre portar y tenencia de armas de fuego de carácter letal no es tan viable como parece.

Pongo como ejemplo un robo que se suscitó y un agente del orden que no se encontraba autorizado para cargar arma por no estar de turno, o sea en servicio, sacó el arma siendo este instrumento responsabilidad y poder de la Policía Nacional, y salió en defensa de unos ciudadanos que estaban siendo víctimas de la delincuencia. Uno de los delincuentes fue herido y murió. El policía fue procesado con dictamen desconocido. Pero el problema no radica en el debido proceso del accionar, sino que en la actualidad el policía se encuentra amenazado en su integridad y la de su familia. No quiero imaginar encontrarme en dicha situación por un agresor, mientras espero el transporte público o paro el coche en un semáforo, me amenacen con pistola o cuchillo, y teniendo documentación para usar arma siga mi instinto de defensa; para ello no es necesario tener capacidad física, estar entrenado para proceder. Las medidas que se quieren tomar para obtener fácil el permiso de portar arma entran en discusión. Nuestro instinto de defensa no es el mismo instinto del delincuente que actúa para dañar, robar y a su vez comete otro delito, el intento de asesinato; ya que al amedrentar con su arma atenta a la integridad física de las víctimas. Ni la propia policía está siendo respaldada como se debe, ¡cómo esperar que una ley respalde a un ciudadano común que actúa por defensa! (O)

José Antonio Pincay Yépez, abogado, Guayaquil