Hasta que el Gobierno nacional logre importar millones de vacunas, debería promover que el sector privado con procesos expeditos y mejores ofertas de pago importe la vacuna contra el coronavirus, la que, por derecho de quienes desean aplicársela, ya debería estar aquí.

¡Disminuyamos las conductas de riesgo! Las micropartículas de saliva suspendidas en el aire que una persona enferma de COVID-19 esparce, más aún la enferma asintomática, se dispersan en las casas, las oficinas, etc., por las corrientes de aire, abriendo dos o más ventanas. Y en los bancos, los almacenes, los restaurantes, los hospitales, las casas de salud, etc.; con los purificadores de aire, los hay de ozono, deberían importarse con cero aranceles, así como promover su fabricación nacional. Y no encender el aire acondicionado, que recircula el potencial aire contaminado (taxis, buses, vehículos, etc.). Además se debe rociar alcohol antes de ingresar a un ascensor.

El Gobierno tiene que iniciar con las universidades, protocolos de investigación con tratamientos alternativos para salvar vidas, no perder esta oportunidad para la ciencia. (O)

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Diego Fabián Valdivieso Anda, economista, Quito