Desde las calles Rocafuerte y Mendiburo, en el centro de Guayaquil, recuerdo hace algunos años los sacos de cacao de la época comercial que simulaban escenarios de los juegos infantiles de guerra; los encargados regalaban 5 reales cada vez que un guayaquileño a su corta edad los saludaba con la mano en la sien como un militar. Sonaba como premonición, quién se imaginaría que algunos de esos niños, años posteriores tendríamos una misión en la defensa en Tiwintza.

La historia guarda hechos significativos en diferentes ámbitos, en este caso de nuestras Fuerzas Armadas orgullosamente ecuatorianas, que a través de un puñado de hombres defendió férreamente toda la cordillera del Cóndor con valiosos representantes costeños, serranos, orientales, unidos en un solo eco de voz liderando como nunca antes se sintió una valentía grande, por un Ecuador unido con sus representantes uniformados. Con escuadras reforzadas de transmisiones, logramos materializar líneas alámbricas uniendo desde Coangos hasta Tiwintza, enlazando dos posiciones de artillería y facilitando el ejercicio del mando desde la localización de Banderas, y siendo parte del fatídico y recordado miércoles negro suscitado el 22 de febrero de 1995. De aquella gesta gloriosa de nuestras Fuerzas Armadas, resalto el espíritu que unió con sinceridad a cada ecuatoriano sin intenciones ajenas y protervas. Nuestras Fuerzas Armadas servirán siempre de motivación para enfrentar cualquier agresión a su población. La gesta del Cenepa guarda muchas historias, desempolvemos estos hechos y sigamos construyendo un nuevo Ecuador, pero será más fácil apoyarse de hechos históricos como los que escribieron nuestras gloriosas Fuerzas Armadas en la gesta del Alto Cenepa. Loor a nuestras Fuerzas Armadas del Ecuador. (O)

Roy Garzón, ingeniero, Guayaquil