Dos naciones, una sola tierra; dos doctrinas, un solo Dios; dos culturas, una sola prevalece. Son las más básicas disputas que se plantean violentamente en Oriente Próximo, específicamente entre Israel y Palestina, un conflicto que para nada es reciente y que se lo podría considerar como conflicto eminente desde hace siglos, teniendo como consecuencias miles de fallecidos y refugiados.

Desde un punto de vista escéptico, ambas naciones son lo equivalente a la analogía del agua y el aceite, por eso que las posibilidades de restablecer la paz y el orden están muy lejos, aun si no se lleva a cabo algún tipo de negociación ética entre ambas naciones comandadas por la más grande organización mundial, cuya finalidad por la que fue fundada era que ningún país del globo entre en problemas bélicos; hablo de la ONU. ¿En todas las acciones ha hecho algo para cesar dicho conflicto sin necesidad de una intervención militar? (O)

Alfredo Valentín Coraisaca García, Guayaquil