No sabemos qué nos cansa más, estar acechados por la pandemia y los virus mortales; el terrorismo y la inseguridad; o la corrupción política, militar, policial, judicial, gubernamental, electoral, y de todos los controles y poderes públicos y privados.

Creemos que lo peor es la corrupción de autoridades y exautoridades, unas huidas, salieron por techos, alcantarillas, otras regresaron libres de culpa por amarres políticos que hicieron, vuelven como ‘víctimas’ de “la prensa corrupta”, del “linchamiento mediático”, a seguir en las andadas; o se quedan en el país diciendo que nada temen, que son inocentes, son ‘santos’ bien asesorados por caros defensores. La crisis de salud, de economía, de trabajo, de educación, de seguridad, de cultura, de política, de valores, etc.; la crisis de todo que hunde al Ecuador, es producto de lo que nosotros hemos creado eligiendo, o si no omitiendo el voto, dejándolo en blanco, para dar paso a generaciones de mujeres y hombres que solo buscan poder y dinero a través de la política (hubo y hay excepciones, bien pocas). Los culpables somos el pueblo por no luchar para formarnos como familia honrada, con principios, con temor a Dios; por permitir (como no nos toca a nosotros el pellejo directamente) la corrupción, la injusticia, no denunciar (por el pretexto de que nada va a cambiar callamos), por no corregirnos en las casas las más pequeñas injusticias, defectos, actos no correctos (también es corrupción) y los dejamos pasar. Tenemos lo que somos, tenemos lo que nosotros hemos permitido, y hoy en día nos quejamos de violencia, funcionarios corrompidos, narcotráfico, pornografía, delincuencia, viveza criolla, corrupción, aberración... (O)

Agustín Figuero R., Milagro