Ya es tiempo de que nos hagamos responsables de las decisiones electorales que realizamos.

Somos presa de un mal crónico: luego de haber elegido representantes que nos decepcionan, por las razones que sean, les echamos la culpa a ellos. Cuando en realidad la culpa es nuestra, porque nosotros fuimos los que los pusimos en el poder.

Actualmente desaprobamos ampliamente la gestión del Gobierno y no nos hacemos cargo de que nosotros somos los únicos culpables de este hecho. Fuimos nosotros los que elegimos un presidente y fuimos nosotros también los que elegimos una Asamblea Nacional totalmente opuesta a este presidente y, lo peor de todo, dándole mayoría a los representantes de esa tienda política nefasta como es el correísmo.

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...Más bien autodesaprobación, por seguir votando sin sentido común, con resentimiento, con egoísmo, con interés.

Con esta situación adversa, no es raro que el Gobierno no funcione, pues el presidente no gobierna como un rey: sus decisiones pasan por el filtro de la Asamblea Nacional.

Todos vimos cómo la Asamblea, envenenada por el correísmo, intentó sacar al presidente de su cargo al impulsar una revocatoria, con lo cual las intenciones de los ex “verde flex” quedaron desnudas: su oposición no es democrática, es la oposición autoritaria a todas las personas y todas las ideas que no van de acuerdo a su culto político (y sí culto, porque tiene en el expresidente prófugo a su ‘mesías’, cuyas ideas zurdas y patológicas son repetidas fanáticamente, al pie de la letra, por sus partidarios). Por tanto, no es una oposición inteligente que aporte, simplemente estorba.

¿Desaprobación al Gobierno? Más bien autodesaprobación por seguir votando sin pensar, sin sentido común, con resentimiento, con egoísmo, con interés.

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Ya es tiempo de que maduremos, pues solamente está en juego nuestro futuro y el de los demás. (O)

Mauricio Guillermo Cevallos Hernández, ingeniero, Quito