Cuando una persona se enferma, no solo padece el enfermo, también sufre la familia. A un año del inicio de la cuarentena en Ecuador, mi familia es otra vez golpeada por el COVID-19. En abril del 2020 fue mi tío y hoy mi prima.

Estas pocas líneas no resumen el dolor sufrido que es atender a un familiar enfermo, enfrentarse a la ambición de comerciantes que suben los precios a niveles exorbitantes de los tanques de oxígeno y de las medicinas, la desesperación de querer hacer más, y el miedo a la pandemia que está perenne. Imagino este dolor que siento ahora en cada ciudadano que pierde familiares y soporta las consecuencias de la crisis económica. Sin embargo, para Lenín Moreno y su gabinete este escenario no les interesa; poco hacen por ofrecer justicia al pueblo. En pobre mentalidad, existe la idea de que todo se resuelve entregando bonos. Pero ciertos políticos llenaron sus casas con medicinas, planeaban construir su mansión por un 1 millón de dólares, se lucraron con comprar fundas de comida para las víctimas de la pandemia; y lo más indignante, compran vacunas contra el COVID que son repartidas entre la burocracia y sus clubes de alta sociedad. ¿Acaso la gente de clase media y baja valemos menos que otros porque tenemos menos dinero? Lenín Moreno puede culpar a Correa, o alegar que “él no sabía”, no obstante es responsable de lo que sucedió y sigue aconteciendo en su gobierno. Lo único que se ha demostrado es ineptitud y poco interés por las personas que hace cuatro años les dieron el voto y todavía debemos soportarlos hasta mayo. (O)

Wendy Nathaly Zambrano León, Guayaquil