Cuando la vida cambia, cambian nuestras prioridades. Lastimosamente somos necios y esperamos un sacudón para replantear nuestra actitud, no apreciamos suficiente los momentos, pensábamos ‘otro rato voy’, ‘las otras vacaciones visito a la abuela’, ‘mañana lo hago’, ‘cómo molesta mi mamá’, ‘ya estoy harto de todos en casa, me aburre estar ahí’, o simplemente entregamos todo, nos quedamos hasta tarde en el trabajo dejando de lado a nuestra familia, y hoy por hoy quisiéramos retroceder el tiempo.

No dejemos para mañana el decir “te quiero”, “gracias”, “aprecio lo que haces por mí”. Valoremos a quienes nos aman, cuidan, se preocupan por nosotros, están en las malas rachas porque en las buenas están todos. Trabajemos con amor, con responsabilidad, pero no vivamos para trabajar. Disfrutemos de vivir, de compartir, de escuchar las risas de nuestros hijos, los consejos de nuestros padres, las charlas de nuestros hermanos, los abrazos de la gente que nos ama... Ya no hay vuelta atrás, solamente podemos continuar y rectificar, pensar antes de actuar, tratemos a los demás como queremos ser tratados, entreguemos lo que queremos recibir ¡mientras aún respiramos! (O)

Aissa Tatiana Pazmiño Real, técnica en Marketing, Ambato, Tungurahua